“El recuerdo triste de un instante eterno»

“El recuerdo triste de un instante eterno»

Christian Muñoz

10/05/2017

El aire a mi alrededor se siente como una cárcel, la lluvia cae y la puedo ver lentamente, como si el tiempo se detuviera; gota a gota, cada una va tocando el suelo, tu cara, el techo, mi rostro, el poste, tu pelo. Tus lágrimas se condensan con el agua mientras bajan por tus mejillas y tocan el pavimento. Cuando caen en el caudal que ha generado la intensa lluvia que acompaña el paisaje lúgubre que decora nuestra despedida se van velozmente, desaparecen, ya no están, ya no son, ya no somos.

Lo único que se escuchaba era el silencio infinito; el agua era silencio, tu voz era silencio, mi conciencia era silencio. El tiempo se detuvo eternamente por un instante, un segundo eterno tan grande como el cielo. Jamás olvidaré el momento en que el agua y tus lágrimas transgredieron la ley de la gravedad y comenzaron a saltar desde el suelo hasta el firmamento. Una a una las gotas y tus lágrimas volvieron a donde pertenecían, de pronto el caudal ya no estaba y tus ojos color miel eclipsaron el paisaje lúgubre que nos rodeaba, seguidamente noté que las leyes del tiempo dejaron de gobernarnos, ya no estaba detenido pero tampoco avanzaba, ahora estábamos yendo hacia atrás, al pasado; el sol, la luna, las estrellas, la noche y el día, todos presentes en el mismo tiempo y espacio. Fui testigo de todos nuestros momentos juntos condensados en ese prodigioso instante. Las estructuras que estaban un segundo atrás ya no estaban, repentinamente mi vista no lograba divisar nada aparte de tu inmaculada imagen, ahora éramos solo tú y yo. De pronto el suelo empezó a desmoronarse, convirtiéndose en partículas que volaban en espiral a nuestro alrededor. Ahora estábamos flotando en la inmensidad y tú seguías inmóvil.

Cuando todo era oscuro solo tú iluminabas la nada que nos rodeaba; tu cabello dorado se volvió sol, tus ojos formaron las estrellas, tu piel se volvió planeta. Para cuando volví al presente todo estaba en su lugar, todo absolutamente todo, no faltaba nada, solo que tú ya no estabas en ese lugar que debías estar, todo lo que viviría después de ese momento mi mente no volvería a recordarlo. Ahora era consciente que mi mundo estaba hecho de ti, que por eso jamás pude olvidarte, que hoy cuando las arrugas ocupan todo mi cuerpo, cuando mi memoria ha olvidado los cuatro idiomas que alguna vez dominé a la perfección, cuando a veces olvido el nombre de alguno de mis hijos, cuando a veces olvido que tengo hijos, cuando a veces olvido mi maldito nombre, solo es tu recuerdo, tu imagen, lo único que nunca olvido.

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