“¿Por qué Catalina no acude? ¿Qué fue de sus visitas reconfortantes?” A una madre ansiosa, necesitada de afecto y compresión, estando en la más absoluta soledad y abandono.
Confitada en esta torre de piedra pasaba los días la reina sin reino, la incomprendida. Una mujer fuera de su tiempo, que desafió a la Corte, novedosa en sus ideas, su forma de pensar y actuar, nadie se quedaba impasible ante esta mujer de fuerte carácter. ¿Cómo explicarle que su gran consuelo en ese encierro se había desposado y desterrado de su lado? Catalina ya no vendría, había partido a otro destino.
Juana se quedaría con el alma al viento, sola despojada de su gran apoyo. Desde que se fue Fernando, la vida se hizo añicos, se vino abajo el cuento de hadas con sus finales felices.
“Yo que uní mi corazón al tuyo en un pacto pactado, ajeno a mi entendimiento, jamás imaginé que surgiría esta chispa, esta locura que continuaría tras tu muerte.”
“Catalina llenaba mi tiempo, con esa atención y dedicación que solo una hija sabe dar, aún presa me sentía libre por unos instantes, ella me hacía volar, me apartaba de esta reclusión sin sentido, fruto de la conspiración de unos malvados, que jamás llegaron a entender mi espíritu libre, mi manera de actuar y de ver un lado diferente de la vida.”
“No estoy loca sino ausente de prejuicios”
“Que miedo sentisteis cuando una mujer debía ocupar el trono, gobernaros y vosotros obedecerme como simples lacayos”
Cómo los leales se volvieron traidores ante esta coronación necesaria.
Regresó de Flandes veloz, a las órdenes de un reino sin rey, debía acceder a lo estipulado, así debía ser y así más tarde no fue.
Castilla y Aragón la esperaban, era la futura reina soberana, la primera reina soberana, poco sospechó de su corto mandato. El plan fue perfecto, debían reunir esfuerzos y destruir a la dama, como si de una partida de ajedrez se tratara, “alegaremos locura, nada más fácil en una mujer que no seguía los convencionalismos”, a pesar de que eran conscientes de su intensa preparación en la época.
Aprendió latín con Alejandro Geraldino, y música, tocaba el clavicordio como los ángeles, fue enseñada y preparada para su mandato.
“Como no perder la cabeza en ese mundo, me hicisteis zarpar desde Laredo con 19 buques y 3500 hombres, pero sola, a un mundo nuevo, con un marido desconocido y unas costumbres diferentes. A pesar de ello, a pesar de que mi futuro esposo no quiso visitarme, que tardó un mes en conocerme, me adapté, contraje matrimonio y toleré lo intolerable.”
Sus hijos frutos del frenesí fueron un gran aliento en medio de las tantas infidelidades de Fernando, época de desamor y sufrimiento. “En esta torre de piedra mis guardianes acechan, vigilan mis pasos, mis sueños, Tordesillas es mi final” “Ya no volveré a ver la angelical cara de Catalina, ni el hueco dejado en la tierra por el féretro de mi esposo, se lo llevaron de mi lado, lo alejaron de mí en otra de esas artimañas de mis miserables guardianes”.
“Realmente fuiste hermoso Fernando, digno de ese título, que dolor tu muerte, tu partida, enviude siendo joven apenas vivimos una larga historia, fue intensa pero breve.”
“Dormiremos juntos para siempre, yaceremos unidos en el mismo suelo, en lápidas contiguas, ya nada nos separará.”
No dejaré que mueras en el olvido Juana, lucharé sin descanso, sin tregua para que la reina sin reino viva en el presente, que tu memoria siga viva será un homenaje a tu figura, a tu valentía, por ser mujer de otro tiempo, adelantada a su época, inteligente, exquisita, bella y sobre todo incomprendida. Jamás quedará en el pasado, esa conspiración ruin a la que fuiste sometida, como te arrebataron un reino en el que tu no quisiste nunca reinar, de cómo te robaron tu ser, encerrándote en esa torre de piedra, tan inhóspita y sombría.
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