Nostalgio vs Presenticus

Nostalgio vs Presenticus

Qué está bien y qué está mal. Desde que somos niños muchas personas en nuestras vidas tratan de “enseñarnos” a distinguir esto, pero a medida que uno va creciendo va descubriendo que a veces todo depende del ojo con el que se lo mire.

Qué es normal y qué no. Lo aceptado socialmente es tan arbitrario como tantas culturas hay en el mundo. ¿Nos detenemos acaso a pensar esto en algún momento del dia, de la semana, del año, o en cierto periodo clave de la vida?

Vino a mí como una revelación que estaba esperando hace mucho tiempo, sentía que no era yo, que algo había cambiado, que estaba perdiendo mi personalidad, esa misma que me propuse no cambiar desde que me inicié en el mundo real, ese que no es perfecto, que es cruel y despiadado y muchas veces, injusto.

Pero claro, siempre te dicen: “la vida es así, la vida es asá” creyendo que eso se vuelve una especie de manual o receta para los sabores amargos que te dejan situaciones decepcionantes. Todos aconsejan, pero ¿quién realmente hace lo que dice? ¿Somos todos tan valientes?

Darse cuenta que no lo somos y que muchas veces cedemos ante lo “políticamente correcto” es el primer paso. Lo que sigue es definir (o redefinir, ya que el camino se vuelve cada vez más raro, desolado y curioso) lo que para nosotros importa: los valores, creencias, filosofías, códigos, como cada uno desee llamarlos.

Todo va sobre ruedas, pero he aquí que llega la parte más difícil, el momento de la verdad, ese en el que tu joven del pasado y la persona en la que te has convertido se baten a duelo para ver cuál ganará:

“¿De verdad piensas así?” “¿Por qué cambiaste esa forma de hacerlo?” “¡No creo que de verdad quisieras haber dicho eso!” “¡Relájate más!” “¿Qué ocurrió contigo?” “¿Qué hay de tus sueños?”

Las preguntas del joven del pasado (vamos a llamarlo Nostalgio) pueden llenarnos de dudas y dejarnos peor de lo que ya estábamos. El auto convencimiento de que hicimos todo bien nos carcome, y evitamos darle respuesta a Nostalgio o le damos una reticente y no muy clara, para que deje de molestarnos de una vez. Pero, espera, ¿no querías tú esto?

“La verdad es que estas mejor así” “Quedaste bien” “La vida te cambia, no te arrepientas de lo que hiciste” “Tu importas más que nadie” “¿De verdad quieres volver a ser así?” “Yo me lo merezco” “¡Yo que tú lo hubiese olvidado!” “¡Ya, madura!”

Presenticus (la persona de ahora) piensa que eres casi perfecto, que todo lo que te ocurrió, bueno o malo, te transformó en lo que te convertiste ahora y que ya no volverás a ese estado jamás, que como estas, estas bien, ¿cómo puedes entonces replantearte que algo anda mal o que no eres tú?

-¡Eso no era lo que tu querías!- gritará Nostalgio.

-Mi mundo es así ahora- contestará Presenticus.- Tú no veías toda la realidad en ese entonces.

-Tú tienes menos sensibilidad ahora que antes, ¿cómo puedes decirme eso? Ni hablar de la inocencia.

-Con los pies en la tierra puedo hacer más que tú, que solo soñaste y no hiciste nada para remediarlo.

Presenticus, quien es más crudo, sabe que puso el dedo en la llaga. Quedándose los dos callados, tristes por un momento, Nostalgio suspira, y, con una suave voz, responde:

-Aún podemos hacerlo, Presenticus- y extendiendo su mano para que la tome, reflexiona finalmente- Yo no volveré, jamás, de ninguna manera. Pero somos la misma persona y no podemos olvidarnos de dónde venimos, qué hicimos y cuales fueron nuestras bases para ser como somos. No debemos arrepentirnos de nuestra forma de pensar, porque hay que dar por hecho que será muy distinta a la de los demás. No te avergüences de decir lo que tú crees correcto, porque para eso te formó la vida y las personas que conociste ayudaron a formar un mundo que para ti es el justo. Nunca dejes de luchar por ti y para ti, con las mismas ganas y esperanzas de siempre. Démonos muchas oportunidades para volver a empezar si es necesario, no solo hacia nosotros mismos sino a los demás. Que el mundo no se pierda la oportunidad de vernos brillar, pero que no sea una luz cegadora y llena de vanidad, sino una luz sincera y apañadora, agradable e inspiradora, por eso nunca dejes que nadie te diga cuál es tu limite, no tengas miedo, atrévete a todo.

Cuando casi todo parece resuelto uno debería pensar: “Ok, ahora hay que ponerlo en práctica”, pero Presenticus tiene algo para decir:

-Los dos sabemos que no es tan simple todo lo que planteas, Nostalgio. La vida cotidiana, nuestras relaciones sociales, nuestro status quo, todo está en juego. Todo ello presiona contra lo que realmente deseamos a veces gritar a la humanidad, pero sé que aprendimos hoy una valiosa lección: nuestra vida es la suma de todas nuestras decisiones, y si a partir de hoy decido cambiar mi actitud, sea cual fuese, pero que yo considere que está bien, y sigo manteniendo mis creencias y principios, sé que, pase lo que pase, habré tomado la decisión correcta.

Nostalgio y Presenticus pueden así convivir en plena armonía si uno se lo propone, no es fácil, pero en algo si ahí coincidimos todos: nadie dijo que la vida sería color de rosa, sino que será del color que para cada uno sea el indicado y decidamos nosotros que así sea.

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