Todo comenzó exactamente un año atrás.
Las calles antes pobladas de civiles ordinarios, ahora están llenas de esos repugnantes monstruos.
Donde antes el aire era puro… ahora se respira un fuerte olor a azufre.
Debimos suponerlo, era tan obvio…
Nosotros, los humanos… Siempre fuimos nuestros propios enemigos naturales, inventamos nuestra propia destrucción. Destruir la naturaleza que nos rodeaba era solo el comienzo. ¿Otro gran error? Crear inteligencias artificiales que jamás albergarían emociones humanas. Luchar entre grupos humanos por fanatismos irracionales, crear armas para destruirnos los unos a los otros. Una perfecta receta para el desastre. O más bien dicho, perfecta receta para el Apocalipsis.
Ese virus… no sé cómo se salió de control, ahora todos están infectados. Se han convertido en monstruos que deambulan por la tierra y comen a los últimos que restan.
Ya perdí a todos.
Eramos un grupo de cinco. Dos mujeres y tres hombres, incluyéndome. Uno a uno fue devorado, o infectado. Pensé que podría salir de aquí y encontrar a alguien más allí afuera…
Pero las cosas que he hecho, las cosas que he visto… No sé siquiera si debo tener esperanza alguna. No sé si tiene sentido. Nunca he sido una persona negativa y he luchado con todas mis fuerzas para sobrevivir. ¿Pero a qué costo?
He tenido que dispararle en la sien a la mujer que amaba.
¿Y ahora se supone que debo intentar seguir adelante? ¿Hacia dónde?
Francamente, no pensé que duraría tanto. Pero no dejé que el miedo me dominara nunca, creo que esa fue la clave. La clave para sobrevivir hasta ahora. El problema es que lo que yo quería era vivir. Amé a una mujer, esa fue la cúspide de mi vida. Ella me enseñó a nunca perder la esperanza. Yo le enseñé cómo utilizar de forma exitosa un rifle francotirador. Fuimos felices.
Verán… no sé si alguien leerá esto, pero de alguna forma tengo que expresar esta tormentosa dicotomía: ¿Vivo mis últimos días plácidamente en mi guarida? Viví aquí con ella… Es verdad que en este lugar fuimos felices juntos. Pero por otro lado… Aquí, al lado de la puerta, fui obligado a volarle los sesos. Lo que lleva al otro lado del puente… Literal. ¿Abandono este asqueroso agujero y me arriesgo a morir una muerte violenta en un intento por cruzar al otro lado del puente de la ciudad? ¿De qué me sirve tener esperanza? No sé si es mejor morir pacíficamente de causas naturales, o morir violentamente en un desesperado intento de seguir respirando…
Estoy viviendo de cereales probablemente expirados hace semanas. Sin intentar salir, sin hacer nada más que observar la ventana del segundo piso a través de una pequeña rendija. Veo los monstruos afuera dirigirse hacia alguna meta, que aunque sea plenamente instintiva, sigue siendo una meta. Claro probablemente producto del ruido de un animal o una falla mecánica. Pero yo no tengo meta alguna. No me siento vivo, ni tampoco muerto. Quizás en el fondo sea yo el zombie. ¿De qué me vale sobrevivir si ya me olvidé cómo vivir?
Me voy a quedar aquí, instauraré un espacio ideal que servirá perfectamente como la última morada de alguien como yo. Un espacio que alberga mis únicos buenos recuerdos de esta vida tras el virus.
Se terminó lo que restaba de comida. Pero aún queda Whisky, así que dejaré que el alcohol cure las heridas que el tiempo no podrá. Escribo esto por si algún día alguien encuentra esta nota y se pregunta por qué no sobreviví. Fue porque no le vi sentido en intentarlo.
Parece que hay alguien afuera, gritando, pidiendo ayuda. Parece una niña. Está dentro de un camión que parece acaba de dejar de funcionar. He escuchado gritos antes, semanas atrás, pero jamás me atreví a salir para ayudar. Es demasiado arriesgado. Estoy completamente seguro de que esas personas no lo lograron. Y esta niña… los monstruos están remeciendo el auto sin piedad, no creo tenga mucho tiempo.
Pensé que podía. Pero simplemente me es imposible quedarme quieto. No esta vez. Mi vida pudo dejar de tener sentido, pero ahora puede ser la única esperanza de otra persona. Eso no lo puedo ignorar. Ya no importa el riesgo, vale la pena intentarlo. Porque ahora algo tengo absolutamente claro: en la vida no puedes rendirte. No sin luchar hasta el último aliento.
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