EL DESCONSUELO FILOSÓFICO DE WITTGENSTEIN

EL DESCONSUELO FILOSÓFICO DE WITTGENSTEIN

Ludwig, un joven estudiante de Cambridge, se acercó al término del primer semestre al profesor Russell y le preguntó:

-¿Sería usted tan amble de decirme si soy un completo idiota o no?

-¿Por qué quiere usted saberlo?- me respondió.

-Porque si soy un completo idiota me haré ingeniero aeronáutico, pero si no lo soy, me haré filósofo.

-Tráigame después de las vacaciones un ensayo filosófico escrito sobre cualquier tema y entonces le diré si es un completo idiota o no.

Así lo hizo, y cuando Russell leyó la primera frase le dijo:

– No. Usted no debe hacerse ingeniero aeronáutico.

Era quizás el ejemplo perfecto de un genio: apasionado, profundo, intenso y dominante, confesaría unos años después. Le solía visitar a medianoche y caminaba agitado y en silencio, luchando con los problemas de lógica y con sus pecados. Temía sugerirle la hora de ir a dormir por miedo a que se suicidase , como habían hecho dos de sus siete hermanos.

Pero su espíritu inquieto padecía intermitentemente accesos de fiebre metafilosófica. En el primero de ellos, decidió irse a vivir solo a Noruega durante dos años, a una cabaña que se construyó en las cercanías del fiordo Sogne, al norte de Bergen.

Russell intentó disuadirle:

-¿Sabes que te vas a un lugar donde siempre es de noche?

-No me importa, detesto la luz.

-Te sentirás muy solo.

-Hablar con personas que se entrometen en mis razonamientos interfiere en mis ideas.

-¡Estás loco!

-¡Dios me salve de la cordura!

Pero las fiebres le persiguieron durante toda su vida, también en sus últimos años, cuando renunció a su cátedra en Cambridge y repitió la experiencia de irse a vivir a una pequeña cabaña, esta vez en la costa oeste de Irlanda, cerca del puerto KiIllary. En la ocasión que ahora relato, las tales fiebres le aquejaban con un grado especial de virulencia, posiblemente exacerbada por el insalubre clima atlántico. Se acercó a la chimenea con el fin de avivar el rescoldo y fue entonces, al resplandor del fuego, cuando reparó en una inesperada presencia, cubierta con una gasa vaporosa que se podría confundir con los visillos de la ventana. Poco a poco adquirió perfiles menos borrosos y se dibujó, ante sus sorprendidos ojos, como una mujer de edad indefinida, sentada frente a la chimenea, de rostro sereno y majestuoso y sonrisa melancólica y burlona. Su identidad no la habría sospechado, de no haber advertido en su indumentaria un par de diminutos camafeos, unidos entre sí por una cadenilla, que llevaban tallados las letras ”T” e “I”, respectivamente.

-¿Por ventura tienen alguna relación estas dos iniciales con alguno de mis escritos filosóficos?-se atrevió a preguntar, tras un instantáneo titubeo- ¿No deberías llevar talladas las letras griegas “zeta” y “pi”, iniciales de la teoría y la praxis?

-Así es, en efecto –respondió. Y añadió condescendiente:-Veo que conoces el De consolatione philosophiæ , de Boecio, y sabes quién soy.

-Lo conozco y sé que eres la misma Filosofía, que me persigue desde Cambridge, aunque no acierto a explicarme el honor de tu visita.

– ¡Te seré clara!Tu pensamiento se engloba en una corriente conocida como “Filosofía analítica”, que hace del análisis del lenguaje la tarea fundamental de la Filosofía , de la que eres un buen exponente, en sus dos direcciones divergentes: la llamada “Filosofía del lenguaje ideal”, de tu “Tractatus Logico-Philosophicus”, y la denominada “Filosofía del lenguaje común”, de tus “ Investigaciones filosóficas”, en las que ahora andas atareado. Ahí tienes las iniciales que porto y la clave de la razón de mi visita. Quiero saber cómo ha podido cambiar tanto tu pensamiento en las obras que vas a dejar como legado filosófico.

-La verdad es que no sé muy bien que me ha pasado –le respondió sin mentir-. He comprendido que no hay un solo lenguaje ideal cuya forma lógica represente exactamente la estructura del mundo, sino muchos lenguajes distintos o, como también se dice, muchos “juegos de lenguaje”. En cada juego funcionan unas reglas que determinan cómo se usan los signos del lenguaje. Es decir, no hay normas universales, sino restringidas a cada juego.

-¿Crees que existe entonces un juego de lenguaje metafísico al lado del juego de lenguaje científico, ambos igualmente significativos?

-Posiblemente, aunque lo significativo es no jugar varios juegos a la vez, utilizando las reglas de uno u otro en función de la propia conveniencia. La función del análisis filosófico es comprender el juego del lenguaje filosófico para disolver sus complicaciones. Así entendida, la Filosofía es también un juego lingüístico que puede acoger a la metafísica como juego específico, o firmar su defunción, tras la aclaración de todos sus enigmas y la disolución de sus enredos.

-¿Crees entonces que todavía hay sitio para las sublimidades metafísicas, después de que Kant nos argumentara la imposibilidad de la metafísica?

-Es dudoso que Kant redujese la razón a la razón científica. Además, tu empeño en atribuir a la crítica kantiana de la metafísica la desaparición de la filosofía especulativa no podría explicar el formidable auge que tuvo posteriormente con Hegel.

¡Pobre Hegel! Nadie se atrevería a negarle la categoría de gran filósofo, teniendo en cuenta el gigantesco esfuerzo que hizo para remendar esa racionalidad que los hombres necesitáis para revestir la realidad histórica y dar así sentido a vuestra vacilante marcha a través de ella. Ni su influencia en aquellos filósofos, como Marx o Nietzsche, para quienes constituye un supuesto histórico.

Callaron. El silencio se apoderó de la cabaña, únicamente alterado por el palpitar crispado de la fiebre. Cerró los ojos, aturdido, y el sueño se adueñó inconteniblemente de él.

Cuando se despertó seguía siendo noche cerrada y la fiebre había remitido. La locuaz visitante se había marchado con sus objeciones en busca de algún otro filósofo a quien hostigar. Con Wittgenstein ya había conseguido su propósito: le había hecho descender desconsolado por la misma escalera con la que había creído culminar el conocimiento filosófico.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS