Terminé de escribir la canción

que compusiste un día para mí.

Brotan versos en la habitación

y un recuerdo me habla de ti.

Mi botella apura el poco licor

que acompaña el humo del cigarro,

y mi corazón destiñe su color,

y en mis pies se acumula el barro.

Mis lágrimas encharcan el papel

y tejo palabras sobre mi piel;

y pinto nubes blancas con pincel

y sombreo nuestra luna de miel.

Terminé de escribir la canción

que ayer tarareabas bailando,

y quizás hoy sea la única razón

por la que quiera seguir soñando.

Mis pasos van borrando el camino

por andar en dirección prohibida;

hoy me siento un hombre libertino

abusando de los vicios de la vida.

Mis penas agujerean mi pecho,

y en mi lecho hay cristales,

espero en tu trinchera, al acecho,

por si llueve en manantiales.

Terminé de escribir la canción

que mañana olvidarás temprano;

tus labios: mi más sana adicción,

mis pecados cogidos de tu mano.

En Al Barsha se cerró una puerta,

en Gran Vía se abrió un ventanal;

mi cabeza comienza una reyerta

y una pena sale de mi lagrimal.

Me abrazo a tu efímera presencia:

sé que pronto te tendrás que marchar.

Y dejarás una larga esencia de ausencia

y para verte tendré que volver a soñar-

Te irás, y quizá no vuelvas,

y yo te seguiré esperando,

alumbrando noches en vela.

Te irás, y quizá no vuelvas,

y yo te seguiré escribiendo

los versos que dicta mi pena.

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