Conjuro lírico
Me inspira aún tu antigua melodía,
hija de la inspirada arabia; diva.
¿Cómo es que ya tu gracia no cautiva,
musa fecundadora de armonía?
Tu voz palideciendo en lejanía
mengua en vano reclamo, remisiva.
Y mientras, fatigamos la evasiva
ruta sin curvas. ¡Zángana apatía!
Caduca en la molicie y desestima
de un hoy desenfadado y más impuro,
te extingues como fútil vericueto.
Y así como a tus dotes, cara Rima,
la magia convocara, te conjuro
con la fórmula arcana del soneto.
El artificio de los caminos
Son nuestros pasos o aquel diamantino
libre albedrío en mil bifurcaciones.
Son la elección entre varias opciones
o bien urdimbre de un gran plan divino.
Son lo que vuelve al extraño vecino.
Mas aunque inspiran robustas uniones,
también separan a los corazones.
Son la sinuosa ironía del sino.
Son los caminos: la íntima treta
de la memoria y de aquellas premisas
que nos gobiernan de forma discreta.
Llenos de lágrimas o de sonrisas,
todos confluyen en la misma meta
inexorable de polvo y cenizas.
Poor thing
Voraces son sus malas intenciones,
inútil se confiesa su expresión;
rebuzna con su pobre comprensión
de niña que se embauca con ficciones;
ajena a cualquier buena intelección,
égida son sus obnubilaciones:
naufraga en un abismo sin razón.
Alguna vez, quizás, ella vio el mundo…,
surcó las avenidas del dolor;
nutrido con veneno, su pavor
opiáceo la volvió un ser infecundo.
Perdona sus insultos, sus injurias;
ubicuos, mas inocuos, ellos son;
tan frágil, ella brega en su obsesión
opaca y se diluye en mil penurias.
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