Los cielos se están deshojando

Los cielos se están deshojando

Las estrellas en la oscuridad han dejado de temblar,

El avispero de los deseos

Y unos dedos que buscaban su consuelo en un vientre desmedido.

Ha dejado de temblar la hendidura del silencio.

La agonía del espacio,

La ausencia,

El dedo en el gatillo,

Y el misil en los cielos

han dejado de temblar.

Los nenúfares sobre la superficie de las aguas ya no tiemblan.

El cuaderno de viaje sobre el escritorio,

Los niños de espuma que sortean los campos minados,

El itinerario de nuestras vidas…

Y esa desconfianza que duerme a nuestro lado.

Los mapas que dibujé en tu espalda duermen sosegados,

El horizonte y todos los océanos.

Solo queda un universo que nos contempla,

La calma de la existencia

Y la veracidad de las almas que tratan de detener el tiempo.

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Al declinar el día,

Cuando un interrogante vacío queda y nos habita

y parece que el cielo quiere cerrarse para siempre,

Cuando solo se escucha el brillo de los sueños

Y emerge el deseo de nuestros silencios;

Solo entonces,

Como una voz imposible que se alarga y emerge,

Como un enigma sin descifrar,

El ocaso rescata signos milenarios del olvido.

Es algo que solo sucede, y podemos apreciar,
al declinar el día.

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Yo tenia un sueño,
sí.

Y arboles a los costados y el silencio del agua.

Pero la fiereza de la noche

Se precipitó sobre él
con un tormenta de espectros.

Y en medio de ese resplandor sin rostro, con claros acentos tornándose,

Escuché un estruendo de olas y le vi caer como un pájaro.

Yo tenia una sueño, sí.

Que quiso alzar el vuelo y buscar una ruta en el aire.

En los cielos que siguen regocijados por tener su sombra;

a pesar de que la luna entrara en el mar como un soplo doloroso.

Y la sombra de aquel pájaro, en aquel momento de vuelo,

se desdibujo como una senda rasgada.

Yo tenia una sueño, sí.

Y ahora una lanza que atraviesa mi costado.

Se me escapa la primavera por el tragaluz,

Mientras una lluvia acida y siniestra se precipita sobre mis plumas

Y entro en un ensueño de opacos cantos e ilustres desperfectos.

Como en una armonía inacabada,
urdida en la simple forma,

La soledad se dibuja en los cielos que se están deshojando.

Solo queda el viento que tensa las ramas hasta hacerlas crujir

Y el llanto de las ventanas que deje abiertas.

Esperaba un amanecer en la nada de mi espejo ocluido.

No sirve de nada preguntarse

Ni buscar el rojo rubí en un alma desvelada;

Es un imposible.

O buscar una respuesta en la confabulada sabiduría del crepúsculo,

Para comprender lo que es inexplicable.

Solo me queda contemplar

Como asciende la bruma de un pequeño batir de alas.

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Somos tan insignificantes ante un universo que nos mira,

Pero aquí seguimos codiciando y jugando con la ilusión de la eternidad.

Codiciamos más y más,

Mas de lo que podríamos llegar a imaginar.

Sin embargo,

El horizonte nos intensifica el porqué de su rostro,

Nos muestra el espejo donde nunca llegaremos a mirarnos.

Y en esa desilusión volvemos a codiciar

Y nos dejamos guiar por un brillo en la lejanía.

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Al contemplar como unos ojos ríen

Y ríen

En la cima de la seducción,

Después de ser agasajados.

Al contemplar como unos senos se estremecen

En la ingravidez de este instante,

Como unos muslos se abrazan,

La certeza de un rostro firme

Y un velo que tapa un abismo o un vientre desmedido.

Al dejarse acariciar

como lo hace el mar y los cielos.

O como acaricia la noche a una luna impenitente.

Al descubrir el enigma que nos empuja a buscarnos,

La esencia que nos llena de asombro,

Que derrama un interrogante sobre nosotros.

Al oír el murmullo de las voces aladas,

El susurro de los sueños

Y el eco de la belleza que habita en un lugar recóndito.

Vemos el amanecer, que rasga esta oscuridad que lo envuelve todo,

Y una luz inagotable que deslumbra los ojos.

Es esta una expedición sin posibilidad de retorno.

Abrázame fuerte
y besa largamente mis labios,

En este avatar que nos aleja de la disertación del miedo,

En este presente concedido que se nos ofrece.

Vivamos este tiempo insondable que nos ha elegido.

El mismo que ahora nos observa y nos pertenece.

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Un sueño dulce me vence y sorprende mi alma solventada,

Sobre tu pecho me sobreviene.

Un sueño.

Como un desvanecimiento de pájaros después del deseo,

Como una caída libre que se aviene lenta
en el respirar de tu regazo.

¿Qué puedo ser en este momento?

¿Qué sino un astro en el espacio que me dejas?

Un ángel quizá

Extenuado de un vehemente resplandor,

Un puente entre brumas que los cielos disuelven

Mientras espero tus pasos

O un guerrero atravesado por tu espada sublime.

Un sueño dulce me vence,

Sin saber, muy bien, si soy un cadáver que yace en los más débiles sonidos

O un amante arrollado por los sentidos

En el azul más pálido de esta turbulenta pasión.

Pero descubro que solo soy un hombre que entre tus brazos duerme.

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Hoy las gaviotas no vuelan dichosas,

No sienten la tibieza del mar ni sus olas.

Están desvanecidas en el aire,

Prendidas en el cielo

Marchitándose.

Y el mar cierra los ojos

Y luego vuelve a abrirlos para mirarlas.

Hoy las gaviotas no se lanzan sobre las olas

Cuando las ven aproximarse,

No planean sobre su lívida espuma cuando regresa del azul más pálido,

No se apiadan de las heridas que arrastra su piel esmeralda.

Y el mar cierra los ojos

Y luego vuelve a abrirlos para mirarlas.

Porque hoy
las gaviotas no vuelan dichosas,

Desparecen en la vanidad del horizonte,

Entre las nubes de nácar,

O en la tristeza de un velo que se disuelve.

Y el mar cierra los ojos

Y luego vuelve a abrirlos para mirarlas.

Luego se sumerge en la profundidad mas absoluta.

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En las oscuras aguas abisales,

Si encuentro un orden gerarquico que las descifre,

Busco como un pez trasnochado dar forma posible a un sueño.

En esas frias y turbulentas corrientes,

Los acordes oceánicos se confunden

con el lamento de las cadenas dorsales,

Donde las paredes escarpadas del talud

Se extasian entre cañones armonicos

Y fosas indiferentes a toda superficie marina.

Solo soy un pez trasnochado

que nada le detiene.

—————————————————–8————————

A la luz de una llama liquida se vislumbran los deseos de nuestros silencios.

—————————————————-FIN——————————————–




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