Celebro sentidamente tus ritmos de agravio.

Cada paso que te llevaron a negarme.

También celebro todas las veces

que tus ojos robaron mis incógnitas.

Aún hoy sigo celebrando tus verdades de parca.

Un largo camino se yergue

panorámicamente en mi mente.

Colmado de nocturnidad.

De podredumbre natural, consciente.

Celebro nítidamente los besos que me robaste,

Ay!…si me los dieras.

No puedo por menos que celebrar

tu existencia,

pues tanto el dolor como la alegría

manan de la misma fuente.

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