Distancia perfecta

Me gusta cuando entras sin pedir permiso
y me arrancas sonrisas y desnudas mi alma.
Me gusta cuando marcas la distancia perfecta
y te cuelas en el hueco de mis márgenes.
Me gusta que me mires por dentro
y te sumerjas sin miedo en mis sombras.
Me gusta cuando sientes que no soy tuya
y me amas sin promesas ni ataduras.
Me gusta cuando encajas con mis piezas
y me abrazas en el aire y me bailas.
Y me gusta la paz que me regalas
y ese espejo en el que me reflejo en todas tus miradas.


La niña del columpio

Mucho hemos cambiado desde entonces, pero conservas esa sonrisa irreverente de la infancia; esa mirada de niña jugando a la seducción a sabiendas que se saldrá con la suya.
Los años pasan volando y se llevan inocencias en cada aleteo, se llevan sueños e ilusiones, pero sigues jugando en los columpios, contándome caídas y dolores en cada balanceo, frágil y testaruda mientras me pides que te empuje más fuerte. Y yo siento que no es a mí a quién provocas, es a la vida, al futuro.
Mucho hemos crecido desde entonces, pero sigues pateando las piedras y subiéndote a los árboles; y yo sigo esperándote en el suelo, temeroso, mientras te ríes de mis miedos orgullosa de que me preocupe por ti.
Los años pasan dictando sus leyes injustas, convirtiendo la vida en pasado sin derecho a protesta ni a legítima defensa, pero tú sigues alegando que lo bueno si breve dos veces bueno, que el que no llora no mama. Y yo siento que no es a mí a quién mientes, es a la niña del columpio.
Mucho hemos callado desde entonces, pero reservas las promesas y complicidades que prometiste; y yo sigo esperando que bajes del columpio, te arregles el flequillo, me tomes de la mano y me digas: “vámonos».


A sorbos y besos

Y empezaremos a arreglar el mundo a la tercera copa de vino
y nos beberemos los miedos a sorbos, a risas, a besos…
Y fantasearemos con nuestro destino imaginando futuros sin fracasos
y nos reiremos de todos los pronombres, fuertes y cómplices, locos, decididos…

Y nos abrazaremos a nuestra resaca, a todos los dolores pasajeros
y nos comeremos los límites, los atajos, los egos…
Y bailaremos nuestras aguas soñando alegrías sin caducidades
y nos compadeceremos de todos los tristes, justos y pecadores, ingenuos, enamorados…


Quizás

Quizás porqué todo llega demasiado pronto menos las despedidas,
porque la duda no es la mejor compañera sino la vences,
porque no hay libertad sin oportunidades,
porque no hay paraíso para quién naufraga,
porque hay que irse para regresar.

Quizás porqué la altura no impide el vuelo,
porque los años no curan la inocencia,
porque el orden de los factores sí altera el destino,
porque las reglas no aseguran el orden,
porque no es imprescindible la suerte para triunfar.

Quizás porque no tengo raíces cualquier casa es mi hogar.


No eres tú, ni yo

No eres tú
ni yo
es a lo que me condenas
sin juez, ni parte, ni testigos.

No eres tú
ni yo
es lo que me despiertas
los largos insomnios sin vino, ni velas.

No eres tú
ni yo
es ese insistente prefijo des
que hiere mis ilusiones, mi esperanza.

No eres tú
ni yo
es esa infinita latencia
sin palabras al viento, con poesía.

No eres tú
ni yo
es ese morbo de saltarse las señales
prohibido el paso, camino sin retorno.

No eres tú
ni yo
somos los dos
y esta arriesgada forma que tenemos
de conjugar al amor.


Despertar en Otoño

Anochece y empieza a sentirse el frío de la ausencia. Crujen las hojas al pisarlas en mi camino de regreso mientras las piedras marcan el ritmo de mis tropiezos.
Sigue el deseo buscando un rostro amable y me escondo de amores furtivos que dejan arañazos sin maullar en los tejados.
El otoño me recuerda que madurar tiene un precio y que delinque el que roba tiempo y ganas y no el que hurta besos.
Descorcho la botella esperando charlas y brindis venideros y en reposo desconfío de quién nunca derramó la copa de vino.


Despedida en Invierno

Y de repente nos llegó la despedida, entre silencios. No hubo lágrimas, ni doblaron las campanas por nosotros. Nos encontró solos, desprevenidos…como esos inviernos en los que el chaquetón pesa más que abriga.


Hipótesis

Quizás el fallo fue ocuparnos demasiado,
hablar para no escucharnos,
mirar todo para no vernos.

Quizás la trampa estuvo en ceder a un hipotético destino,
en confiar que la verdad está ahí fuera,
en huir de los monstruos.

Quizás la tragedia fue no reírnos,
mentir para no juzgarnos,
preguntar para no delatarnos.

Quizás ahora la soledad sirva para encontrarnos.


Lecciones de vida

Y con los años al final aprendes
que después de un tren viene otro
que el futuro no existe
y no siempre hay un roto para un descosido.

Que desespera el impaciente y no el que espera
que la vida puede ser fácil
y las penas no siempre se pasan con pan.

Que hay soledades peores que las acompañadas
que el miedo también es racional
y los amigos no se cuentan con los dedos de una mano.

Y con los años al final aprendes
que las arrugas no te hacen más sabia
que la memoria selecciona mal
y a la vida mejor hacerle guiños y entonces te sonreirá.

Partir

Voy a ilusionarme en voz baja para escribirlo luego a gritos; y que tú lo sepas porqué otros lo han leído.
Quiero que me cuentes que escuchaste mis canciones, esas que nunca compuse, pero que te suenen mis letras.
Voy a hablarte de otros y a preguntarte banalidades; para que un día me reclames que nunca te cuento nada.
Voy a irme despacito, con la sonrisa en la espalda y un abrazo anticipado; para que nunca sientas que me fui sin despedirme.
Y volveré con el tiempo y el sofoco marcado en mi cara; para que parezca que nunca me fui, que tan sólo perdí las llaves y que tarde más de lo previsto en encontrarlas.

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