Los pájaros

hicieron el nido

para poder partir

de algún sitio.

Y los cuervos

marcharon con ella…

Perennes de siglos

quedarán las piedras, que

no

me echaran de menos.

Y las plazas

y mis sombras.

Y los besos

que no me dieron.

Y sobre todo

los que me dieron.

No sé qué olvido,

no sé qué llevo.

Todo y nada

que perder. Tu cuerpo.

Alas de libertad

y viento.

Al final

espero queden las piedras

a mi regreso.

Quizás entonces

echándome de menos.

Se le estaba derramando

la única sangre que le quedaba,

restos de una batalla

vencida hacía ya tiempo.

Antes de estrellarse

contra el suelo,

chilló un último suspiro

a su amor de barro.

Pero la recogieron

otros brazos.

Y siguió respirando.

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