SIN VIDA
Sin esperanza ni mañana posible
García Lorca
Negro, triste y desteñido velo cruzando la mente, sin sentido.
Salamanquesas por las sienes, manchadas de brea, vomitando insectos.
Enraizando en el corazón, normalmente puro, hasta asfixiarlo.
La pena, la amargura, la impotencia, el desánimo, la rabia, la ira, el dolor, el llanto con lágrimas invertidas: tántrico.
La terrible negrura de la noche sin luna, que en la luna llena, se acrecienta y se espesa.
La otra cara, la desconocida, la terrible amante de la destrucción;
plomo derretido sobre mariposas blancas.
Arrancar las pestañas una a una,
hasta desvestir los párpados.
Dolor,dolor,dolor, dolor.
Dolor sin tajadas, sin sangre. Sin herida de labios abiertos a la pena.
La pena germinada desde dentro, sin flujo, seca y punzante.
Dolor, dolor, dolor.
Sin salida, sin esperanza, sin vida.
Sin salida, sin vida.
Sin vida.
Sin vida.
DOLOR
…que por doler me duele hasta el aliento
Miguel Hernández
Te puede agriar la vida
el aliento del dolor si se respira.
Si me hubieran arrancado las entrañas,
a jirones y, con dagas retorcidas,
no me hubieran causado tanto daño
ni tan grande el dolor, ni la agonía.
Que este vivir a ratos, que no es vida.
TRISTEZA
La tarde trae un luto de paraguas desusado.
Las gaviotas pasan batiendo alas; lentas, pesadas.
Las olas llegan moribundas, desoladas, sin brío.
La puesta de sol siempre majestuosa,
es insignificante, gris, desteñida como panza de burra.
La playa solitaria, muda, sin brillo,
brumosa, asfixiante y húmeda;
es un desierto de arenas muertas.
Hoy ha vuelto avisitarme mi tristeza.
BESO
No me regales nada.
No quiero nada.
Tan sólo un beso.
Solo necesito un beso.
En un solo beso se encontrarán tus deseos y los míos
todas las felicitaciones de una vida.
Los sentimientos, las penas y las alegrías.
Un beso es una enciclopedia de pasiones,
un compendio de emociones y un aluvión de caricias.
El sabor de un beso dura una eternidad,
el placer de un beso, una vida.
¡Un beso!
Un solo beso.
Un profundo beso de labios sellados
perfuma el alma, como el jazmín la casa.
RUTINA
La rutina diaria deshilacha la rima.
Y al turí, turí, del ruedo mi cantar desafina.
Se amontonan los años.
Se desbocan los días.
Al galope va el tiempo, al trote corto la vida.
Y al turí, turí del ruedo, mi cantar desafina.
FLOR DE BESOS
Cada día se me borran más los besos que me diste.
Intento retenerlos vivos, frescos, turgentes y, es imposible, se van emborronando, se desdibujan.
Se caen como las hojas en otoño, aun peor; de ellas brotarán semejantes cada primavera.
Si me valiera, los graparía a mis labios para siempre.
Quizá, con el tiempo, cuando se hayan secado los veneros de mis ojos y la pena alquitrane la piel de mi boca, vuelva a correr savia nueva:
Un hilo de esperanza, que haga brotar yemas de flor de beso, de otros labios.
ANGUSTIAS
Arracimaítos los besos en mi boca y sin podértelos dar.
Aracimaítos los besos.
¡Que angustia!
Cómo hacer, para que puedan llegar hasta tus labios;
tan lejanos, tan altos, tan inaccesibles.
El amor no se puede ocultar; pero se oculta.
El deseo no se debe reprimir;
pero se oprime, se atranca, se inmoviliza.
¡Que angustia!
Habrá que dejar los besos libres
para que se orienten
hacia bocas deseosas de besos.
FRUTO DE LA EMOCIÓN
A José Ganivet Zarcos. Poeta en Granada. Por su libro «Invocación a la Alegría»
He leído tus versos, tus sonetos,
y se coló por mi casa la alegría
y un revuelo de palomas que traían
a la paz festoneada en los cuartetos.
He creído ser mirto y arroyuelo
y arrayanes, con jilgueros sorprendido
por la luz que afloraba a mis sentidos
que era blanca como sal de los esteros.
He llegado hasta el final emocionado
supurado de miel por las heridas.
H cerrado los ojos para verme
caminando por las calles de Granada
y he sentido por mi piel humedecida
el frescor de las fuentes de la Alhambra.
¡QUÉ CARO ESTÁ EL CISCO!
Dos fuentes los ojos míos
por donde vierten la aguas
que bajan del monte al río.
Los ojos del bolichero,
que hace boliches de cisco,
se cegaron con la nieve
se taponaron de frío.
Dos fuentes los ojos míos
por donde baja la sabia
desde el boliche hasta el río.
Las manos del bolichero,
que hace picón de la jara,
están secas de resina
y cuarteadas de llagas.
Dos fuentes los ojos míos
por donde corre la rabia
desde el jaral hasta el río
Los brazos del bolichero,
que hace boliches de encina,
se cortaron con el hacha
cortando leña en la cima.
Dos fuentes los ojos míos
por donde corre la pena
desde la sierra hasta el río.
¡Qué caro está el cisco, niño!
¡Sí señor, caro a salido!
HABLAR CON DIOS
A Manuel «El Sacri»
A reata la mula y la martaguilla al hombro,
de una cadena fina, dos galgo de la mano,
y por detrás un chucho, color de trigo,
fruto de mil cruces, fiel amigo.
En la cabeza un sombrero, de paja, roto.
Así, va Manuél del campo al pueblo
como él dice: a buscar el almuerzo.
Me ve llegar y me saluda con la mano en alto
y una sonrisa, grande, de buena gente.
¡Qué bien vives! Me dice impertinente
y yo sonrío y le envidio,
porque él puede, entre azada y arado,
hablar con Dios más claro de lo que yo le hablo.
CANCIÓN FÚNEBRE PARA EL HOMBRE OCCIDENTAL
¿De qué dices que presumes?
Si se te ve la maldad
por debajo de la capa
aunque es de buen paño, y tapa,
casi toda tu fealdad.
Por mucho que te perfumes
y te recubras de oro,
de pieles y de tesoros.
¡Me sigues oliendo mal!
Son muchas generaciones
atesorando riquezas
y machacando cabezas
de las que suelen pensar.
Y no te importa matar
para defender tu imperio
nillenar los cementerios
a causa de tu maldad.
Torres de acero y cristal
cimentadas con los huesos
de menores maltratados,
de mujeres sin derechos
y de hombres mal pagados;
esclavos multiexplotados
en el orbe mundial.
«Y al que se salga del tiesto
lo matamos con lo puesto»
-Por el orden natural-
Y así, engordando tu panza
y alargando la vejez,
haciéndote parte y juez,
en esta macabra danza.
Te mueres del corazón.
No por tu mala conciencia
de atropellar la razón. ¡No, no!
Que no te mata la pena.
Te matan tus cosas buenas;
te mata, el colesterol.
AMOR ES FRÁGIL
Para mis hijos,
El que quiera luz;
que se eleve hasta los cielos, y la pida.
Quién quiera agua;
que escale la montaña hasta la fuente
El que quiera vida;
que cuide la que tenga, y que la viva.
El que quiera paz; que siembre flores
y las ponga a los pies de su enemigo.
El que quiera justicia; que la exija.
El que quiera libertad; que se la tome
y la cambie, si es preciso, por la vida.
El que quiera amor;
que vaya y venga, suba y baje,
escudriñe la mar y la llanura
y si llega a encontrarlo ¡que lo agarre!
quuelo impregne de ilusión y de ternura.
Y si quiere conservarlo
que lo deje en libertad
que amor es frágil
y no sabe vivir con ataduras.
AUN ASÍ
Si volviésemos al punto de partida
y nos dijeran al oído
lo que nos iba a hacer sufrir, en el futuro,
el amor que hoy disfrutamos.
Cuántos hubiésemos echado a correr, ¡despavoridos!
Y cuántos, aún así, nos hubiésemos quedado.
PELEA
Láminas de acero frío.
Espejo en ambas caras.
–Reflector de luz y de figuras–
Tu sinrazón y la mía frente a frente.
Caballitos de mar royendo en las entrañas.
LA PESCADORA
A las jóvenes pescadoras de Lepes y el Rompido que salen faenar cada día
El sol a poniente.
Las redes caladas.
Los vientos en calma.
Mi barca varada.
¡Escápate alma!
Y dile a mi novio
que venga en su barca.
Que venga a buscarme,
que espero con ansias.
Que traiga sus artes
repletas de gracias.
Palangres de besos.
Caricias trenzadas
con mayas de flores
de finas fragancias.
¡Escápate alma!
Y dile a mi novio
que venga en su barca!
Que enrede sus redes
de buena esperanza.
Que eche ilusiones
que cargue las nasas
de tiernas miradas
y bellas palabras.
Que rumbe a levante.
Que reme con rabia.
Que no pierda el tiempo
que estoy preparada.
Que tengo mi lecho
cubierto con algas.
¡Escápate alma!
Y dile a mi novio
que venga en su barca.
La noche se vence.
La luna se encalla
en las altas dunas
de la madrugada.
¡Escápate alma!
Y dile a mi novio
que espero en mi barca.
ENCONTRARÉ EL CAMINO
Si la sombra de los dioses se posara, tan solo una vez,
sobre este cuerpo gastado y viejo que me asiste,
quizá, dejaran parte de sus gracias.
Este cuerpo maltrecho y dolorido, de tanto mal usarlo,
que alguna vez tendré que abandonar.
¿Abandonarlo? ¿para ir a donde?
A-ban-do-nar-lo, ¡que espanto!.
Cuando llegue el momento de partir
aunque no se, ni en qué extraña dimención
ni en qué universo. Encontraré el camino
para llegar a ti.
NI SIQUIERA EL AGUA
¡Las palabras!
¿Las palabras?
Las palabras no son mías, me las dictan.
El destino, el Dios universal, o los otros dioses.
¿Quién sabe?
Hoy no han querido venir a soplar a mi oído.
hoy no me he merecido el pan, ni el fruto,
ni siquiera el agua que con ansias bebo.
CANCIÓN DEL ACEITUNERO Y EL OLIVAR
El macaco al hombro y el viento en la cara,
los ojos dormidos y el frío en el alma
el aceitunero camina, hacia el tajo,
con el paso lento y la cabeza gacha.
Y el olivar grita: ¡Ven aceitunero!
Toma de mis ramas
aceitunas verdes, de carnes amargas.
Ordeña mis ubres, de frutos preñadas,
apretando firme pero, sin dañarlas.
La tarde se acerca y la mañana pasa
y a la vieja sombra las manos descansan.
Y el olivar clama: ¡Oye! ¡Aceitunero!
Yo crié el esquilmo, florecillas blancas,
y regué con savia aceitunas verdes
desde mis entrañas;
raíces profundas en tierra clavadas,
buscando los jugos, peleando el agua,
con otras raíces de las hierbas malas.
La noche se acerca y la tarde pasa,
el sudor se seca, y el viento en la cara,
el macaco al hombro y el frío en el alma
con el paso lento, el aceitunero,
de vuelta a su casa.
Y el olivar llama; ¡Ven aceitunero!
Quédate conmigo, la noche no es larga,
apoya en mis troncos tus rotas espaldas
y calienta un poco mis frías entrañas,
que yo, mientras tanto, con mis verdes ramas,
cubriré tu cuerpo de la húmeda escarcha.
¡Vuelve! ¡Aceitunero, vuelve!
¡Vuelve!
¡Te espero mañana!
Con las ubres llenas de aceituna amarga.
EL ÚLTIMO REGALO
Me paro y profundizo en el remanso de tus ojos.
Acierto a ver tu pena y tu impotencia, tu duda;
¿seguir?, ¿parar?, volver atrás es imposible.
¿Qué más deparará de ti la vida?
Habrá que estar atentos, firmes, sólidos, valientes,
para aguantar los vientos, las mareas.
Ver de nuevo crecer las margaritas.
los prados verdes,
florecer los geranios, cosechar los lírios,
oir las voces de los niños…
¡ese!, ese será nuestro último regalo.
BLANCA Y VERDE
Blanca la sal de Cádiz.
Blancas las velas, verdes las viñas.
Verdes, los campos verdes de la campiña.
Verdes, las copas verdes de los pinares.
Blanca la luz de Huelva, verdes los mares.
Blanca cal de Sevilla, verdes olivos.
Verde, la cinta verde de tu vestido.
Blanca la cortijada.
Verde Jaén, sierra y vaguada.
Blanca niña Almería.
Blanca cima Granada.
Verdes parrales, verdes trigales.
Verde, Córdoba es verde de limonares.
Blanca la flor de almendro
Blancas las caracolas.
Blanca, Málaga es blanca de rompeolas.
Verde el campo. Verde el río.
Verde la esperanza mía.
Verde y blanca es la bandera
de mi noble Andalucía.
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