BAJO LA SOMBRA

Alguien nos quiere bajo la sombra,

la que hoy transita con los recuerdos:

con las migajas,

con los momentos,

con las dolencias,

los despertares,

las agonías de aquellos tiempos.

Algunos mueren y son eternos;

y sus vivencias las trae el viento,

son el murmullo,

la huella intacta,

son el legado,

y el testamento,

son carne viva, cuerpo y esencia,

llamadas sombras en los inviernos.

Otros nacieron, sin rastro y sombra,

sus largos años se oscurecieron,

fueron oleadas, fueron mareas,

que como plumas las meció el viento…

y los caminos que construyeron,

y las pisadas como maestros,

las fuertes lluvias,

los aguaceros,

todo el granizo que hay en el cielo,

en un instante de muchas sombras,

de muchos ruidos,

de muchos miedos,

del eco inquieto, que susurraba

en un segundo le destruyeron.

Hoy duele el alma,

duele la vida,

duele la risa,

duele el silencio…

Pues las palabras que no dijimos,

las mismas frases que nos negamos,

los arrumacos que nunca dimos,

los tantos besos, no compartidos,

se congelaron en la distancia,

bajo la sombra de lo secreto.

Solo un sollozo, un nudo inmenso,

y en la garganta bajo la sombra,

decimos todos con llanto eterno:

“qué triste es todo”, “que mal suceso”

Pues olvidamos por nuestro sueño,

que todos somos,

sombras menguantes,

lunas que mueren en poco tiempo.

QUISIERA

Quisiera ser papel
abierto y desdoblado,
y tú escribiendo en mí,
del alba hasta el ocaso.


Quisiera que escribieras
con sangre de tus venas,
con los demás fluidos
que mojan y que queman.


Quisiera me besaras
con fuerza, con locura,
con hambre, con caricias,
con la mayor ternura.


Quisiera ser usado
por la pluma que guardas,
esa con la que escribes
historias lujuriosas de sabanas mojadas…


Más soy solo un papel,
un libro abierto en blanco,
un escrito invisible,
uno más de los tantos,
una canción sin rima,
un cuerpo indeseado,
un poema sin nombre,
sin letras, sin autor,
como una puta sola,
que se vistió de blanco y espera que aparezca
después de muchos años,
aquel gallardo hombre, que ayer la abandonó.


AYERES

Cómo no recordar el olor a almendras frescas en la mañana, cuando pasabas por encima de mi cuerpo y lo rosabas, mientras te dirigías a la ducha…

Inevitable sensación que perdurará en mis pensamientos.

Las olas se amotinan en el mar, en estampida llegan a mi puerto, cual mensajeras viejas, de diáfanos momentos…

Y llegan con el fresco; de las brisas de montañas, el rocío a campo abierto, a sembrar en estos ojos, lágrimas que pertenecen, al pasado de lo incierto:

A los ayeres difusos,

A las tumbas que visito,

A los muertos que no entierro;

A las etapas vividas,

A mi corazón partido,

Al saber que no te tengo.


UNA LÁGRIMA

Una lágrima cualquiera, acompaña mi tristeza;

porque en la vida soy eso…, solo un perro que da vueltas,

una desgracia en buen tiempo, un oasis de maleza,

una página en los diarios con una inmensa tragedia.

Una lágrima abre el alma, cual puñal que la atraviesa,

hasta el fondo en el vacío, hay dolores que se encierran,

hay promesas que se olvidan y amarguras que se engendran,

en la memoria de alguno, que su pena lleva acuestas.

Una lágrima no muere,

y no sana las dolencias,

es la noche sin la luna,

es el sol sin la mañana,

es la flor que ha marchitado,

en la tumba de quien amas,

es la aguada melodía,

que no pronuncia palabra…

Una lágrima no ríe,

no se mofa,

ni hace fiesta.

Una lágrima perdura,

Si la emoción se haya abierta.

PARADOJA

De camino al Gólgota,

sobre tu corona, clavé una nueva espina.

Te crucifique:

hace eones,

eras,

épocas,

edades,

hace un cron de años,

y hoy nuevamente te crucifico.

En mi letargo habitas,

no estás dormido, no estás despierto.

podría decirte simplemente que en el mutismo de lo indecible,

en el extravió paralelo, de la ficción y la realidad,

vives como un acontecimiento que parece que no fuese.

Dicen que existes…

Y yo me veo:

terrenal, carnal, insípido, inmoral,

tal cual cómo si Gomorra fuese el paraíso,

y de ella dependieran,

mi ilustración,

mis talentos,

mi grandiosidad,

mi imaginación,

mis propios dioses.

La muerte es más cercana que tú presencia.

Perdóname por así decirlo,

pero hasta en sueños puedo contemplarla.

Desde el momento en que mis ojos vieron el mundo,

ella me sonrió,

juró nunca jamás abandonarme,

prometiendo estar conmigo,

hasta el hálito final que la vida deparará.

No es extraño para mí,

Convivir con entes, con zombis y extraterrestres,

yo tampoco soy extraño para ellos.

Resentimientos, rencillas, odios, afanes, veteranías,

inconformidades, pesadillas, deseos, apegos, envidias…

Hacen parte de mi naturaleza mundana;

nadie lo sabía, ahora tú lo sabes,

Soy uno más de ellos.

La carne es débil,

el hombre acusador.

¿qué podrías contestar?

Lo moral y lo inmoral:

se pertenecen,

se necesitan,

se complementan,

he aquí tu sabia respuesta.

Lo noble, lo puro, lo bondadoso, lo generoso, lo paciente,

lo amigable, lo creyente, lo religioso, lo capaz, lo poderoso,

lo justo, lo fiel…

Deben permanecer en lo profundo y no en la superficie.

Nadie tiene memoria del antes de su nacimiento,

y ninguno podrá contarnos el después del más allá,

porque la muerte es un viaje sin regreso,

entonces “no seré considerado”…

El justo,

ni el servil,

ni la oveja,

ni el pastor,

mucho menos el camino.

entre los hombres, será real mi paradoja.

Diré no más;

Soy hombre,

Soy tierra,

Soy sal,

Y soy semilla.



TUYO SOY

Y penetraste mi cuerpo, haz despertado mi alma…

Con caricias,

con susurros,

con tus manos,

y con todas las palabras.

Me emociona pensarte
en un instante desnudo,
que me tomes en tus brazos, que vivamos los segundos.

Me preguntas ¿Eres Mío?

la respuesta es: Sí, lo Soy.

Nos miramos y me besas, entre el sexo que despierta, encendemos la pasión;

en esta tibia agua blanca
que simboliza el amor:

La lujuria,

lo terreno,

lo carnal,

lo prohíbo,

lo anhelado,

y lo escondido,

lo secreto,

y por decir…

Imantamos nuestros cuerpos,
por la Ley de la Atracción…

Estoy pensando en tocarte,
en besarte y abrazarte,
que vengas a penetrarme,
pues el hombre, tuyo soy.

LA TRISTEZA DEL NIÑO DIFERENTE

Camina lento, con sus ojos tristes,
Húmedos, por las lágrimas,
Cual rocío amargo,
En el amanecer de un día gris aparecen.

Pasa por la iglesia de su barrio,
Como novia obligada y rebelde,
Entra Hasta el altar del sacrificio.

Ve en la cara del Cristo sufriente,
Mil rostros torturados y diversos:
El del negro, el del indio, el amarillo,
El de la mujer oprimida y maltratada,
El del infante que ha sido violado.

Ve también su rostro de preadolescente
Hermafrodita, indefinido,
Sin variante de género.

¿Qué soy, Señor, y qué seré?
Se pregunta atormentado
¿Por qué está confusión y está tortura del instinto?
No he descifrado, quién soy ante mi sexo todavía.

Ayer sepultaron a su mejor amigo.
Con él, los juegos homoeróticos,
Los actos solitarios y los besos,
En inocentes ensayos y pantomimas del amor.

Murió su cómplice inocente,
Y la brújula loca, ha perdido su norte.
El Cristo calla y no responde.

Un aborto se siente,
Un sin nombre y sin techo,
Uno del que no quedará recuerdo vivo,
Cuando todo esto sucumba.

Daría su vida, por la vida
De su amigo muerto.

En el templo experimenta por primera vez,
La orfandad y el desamparo.

Es el hazmerreír de sus vecinos.
La burla de las niñas,
Que en su timidez, le arroban las mejillas,
Y le producen temblores y sudores.

En su impotencia de imberbe incomprendido
Amanece su odio, y sale despavorido,
Como el Caín homicida,
Del libro de la historia sagrada.

¿Dónde está tu hermano?
¿Dónde está tu hermano?
¿Quién lo ha matado?
Parece, le preguntan.

Sin ser culpable, ha conocido
La pérdida de la infancia.
Desde hoy carga la cruz del maldito,
La marca cainita:

“No soy guardián de mi hermano”.

No lo he matado,
El que se fue, era mi luz,
La vida junto a él esperaba,
Yo, solo soy el errante…

CUANDO ME FALTE EL AIRE

Cuando me falte el aire y en el silencio mismo del cuerpo desprenda el alma mía,

No esperaré claveles, orquídeas, o azucenas,

Que secunden mi frágil e inerte palidez

a tumbas desoladas de un sinsabor a muerte.

Cuando me falte el aire y sola la materia divague por el tiempo,

No esperaré tu llanto quebrándose en tu boca,

Que es amalgama loca de risa y de pasión,

Pues son tus labios ríos de agua dulce pura, que se tiñen de rojo para decir adiós

Cuando me falte el aire:

Y sobre la distancia

Y sobre el infinito

Y sobre hasta tu olor…

Levantaras el luto

A la flor que se quedó

Sembrada en mi sepulcro

Cuando hizo falta el aire para darte mi amor.

Escritos por: Damián Labrada Quintero

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