Espinas en el alma

Espinas en el alma

Mauricio Loera

13/07/2017

Olvido

La ha buscado en los últimos meses pero no la encuentra, a pesar de saber dónde esta no la ve, no la haya, está perdida, o simplemente la mujer que era ya no es, es alguien más, una desconocida.

Y él tiene miedo, los recuerdos se empiezan a borrar, cada noche un ser sobrenatural entra en su habitación, y maliciosamente se los arrebata.

La memoria una rosa sangrante. Los recuerdos deshojados, pétalos arrancados.

Por las mañanas la angustia crece, despierta con la memoria robada, y otra vez empieza su búsqueda implacable de recuerdos. Revisa la ropa que ella dejo olvidada, la aspira, la huele y recuerda su olor. La incertidumbre del olvido se apodera de su alma, al darse cuenta, que el aroma empieza a desaparecer de la ropa abandonada.

Dobla las prendas, las guarda para el siguiente día, con la seguridad que tarde o temprano, el último indicio de olor dejado por aquel cuerpo color canela que tanto amo y venero, desaparecerá.

Entra a la regadera pero en vez de bañarse se sienta en el piso cabizbajo, deja que el agua le caiga y lo moje lentamente, el agua corre, se confunde con sus lágrimas, y recuerda que lo mismo hacía con ella.

Abrazados, sentados bajo la regadera, ella con la cabeza recargada sobre su pecho, él repitiéndole las mismas palabras al oído siempre; ¡es como lluvia artificial! Nunca llores debajo de ella, mientras puedas sentir el agua tocando tu piel, es porque aun estas viva, y si lo estás, siempre tendrás la oportunidad de ser feliz.

Sale de la regadera, entra al cuarto, abre un pequeño ropero, donde se encuentra algunas fotos. Recuerdos atrapados en el tiempo y espacio, de la infortunada mujer que era como magia. Se recuesta en la cama y empieza a verlas, hasta que se queda dormido por horas. Al despertar checa la hora y se apura a cambiarse, se prepara para ir a buscarla donde sabe que esta, con la esperanza de esta vez reconocerla y poder llevarla de regreso a casa, llega al lugar como lo ha hecho durante los últimos meses, espera unos momentos. Aparece una mujer en la calle que podría ser gemela de la que él busca, la observa minuciosamente y este día en especial casi cree que es ella; tiene los ojos, la sonrisa, la forma de andar. Entonces ve detalles que sepultan la presuntuosa ilusión de que es la mujer que después de tanta soledad pudo amar. Los ojos aunque son los mismos carecen de luz, la oscuridad los ha bordeado. Están cargados de tristeza infinita. La sonrisa es falsa, apagada, nada que ver con la gran sonrisa natural y sonora que le hacía vibrar, el andar en vez de ser altivo y singular, es pasmoso y fingido. Por último y lo que lo convence de que no es ella, es el cabello, que para nada es el mismo.

Regresa a casa derrotado en estado febril. Triste y amargado se recuesta en la cama, cae en sueño profundo y solitario, sabiendo con franqueza que mañana al despertar habla perdido otro recuerdo. Y así, cada vez que salga el sol repetirá la misma rutina, el mismo ciclo. Hasta que un día se levantara, con tanto olvido y dolor que creerá que todo ha sido un sueño, que la mujer mágica que buscaba nunca existió, que al final el Alzheimer por fin venció y a su corazón derroto.

Rueda

Recuerdo como visitaba aquel lugar.

Hace ya tiempo que sucedió todo esto, yo la buscaba casi todos los días como si fuera una ceremonia, un rito para mí. Buscaba aquellos ojos eternos de dulce tristeza, que al mirarlos mi alma se llenaba de pesar. Parecía que me hacían parte de ella, que me compartía sus penas, su tristeza.

Llevaba siempre la boca pintada perfectamente de rojo, rojo sangre, un color que a otras mujeres las haría parecer vulgares, a ella le daba un aire de dignidad y temperamento de gran mujer. A veces creía que lo único que tenía color, en aquel rincón donde se encontraba ella, eran aquellos labios. Todo el lugar parecía gris, sin color, muerto, excepto la carne tersa y suave pintada de rojo. Como ansiaba besarla, beber de su aliento.

Día tras día la observe, me grababa las líneas de su rostro, los movimientos de su cuerpo, ansiaba conocer más de ella y entrar en su vida, pero el tiempo mis planes no permitió, un día sin más, de aquel lugar desapareció.

Me sentía triste, cabizbajo, la abstinencia de no mirarla me lastimaba. Maldecía al tiempo ladrón, que nos roba los años, los recuerdos, que nos envejece, que nos mata, pero en ocasiones el destino es una rueda que gira y lo que paso una vez vuelve a pasar varias veces.

La encontré por segunda vez.

Platicamos y platicando nos empezamos a querer, nos quisimos sin mirarnos, nuestro cariño se manifestó solo por nuestros corazones, pensamientos y sentimientos. Hasta que decidimos estar uno frente del otro, estaba como la recordaba, los trazos de su cara, que en la memoria guarde, eran los mismos; líneas angulosas y finas, mejillas incandescentes, ojos eternos, labios en rojo sangre. La necesidad me embargo, quería tocarla, sentirla, saber que en ese pequeño espacio de tiempo me pertenecía, pero no fue el momento nunca lo fue y tal vez nunca lo será, sin darme cuenta ese día por segunda vez la perdí.

No supe de ella hasta hoy, porque la rueda sigue girando y ella vuelve a estar en mi vida. No quiero que se vaya nunca más, la quiero y ella me quiere, pero por el momento no estar cerca el uno del otro es lo mejor. Siempre estaré enamorado de ella, siempre tendré la necesidad de besarla y que sea mía, de beberme su alma, en cada uno de los besos que me prometí.

Girare con ella hasta que la rueda de nuestros destinos se detenga y nuestros pasos dejen de andar.

La rueda detenida, la vida al final.

Tu suerte termino

Reías tanto con tu carcajada sonora

Y no tenias cuidado en cuidar tus movimientos, te sentías tan libre

Como subestimabas a los demás

Los veías y sentías tan frágiles

Los tratabas con tanto cuidado para no romperlos.

Ten cuidado mujer, te decía

A como reías cuando te lo decía

Hasta a mí me subestimabas

Sin darte cuenta que mi suerte te prestaba.

¿Cómo se siente?

Ya no ríes tan alto

Tu mirada se ha vaciado

Como se siente tener que regresar a tu hogar cuando ya no lo es

Porque hogar, siempre te lo dije necia; es aquel lugar donde hay alguien que te extraña y te espera de verdad.

Yo, no te espero ni te extraño más.

¿Cómo se siente mujer?

¿Cómo se siente?

Ya no tener mi suerte.

Mi amiga

Y ahí estaba, ella no me esperaba, yo no la presentí. Pero con un poco de suerte y por fuerzas ajenas a él, vio su rostro, que no era común, pero tampoco complejo, un rostro adornado con ojos hermosos, labios que anuncian deseo, imagen creada para ser simplemente amada.

Éramos Amigos aunque nunca hablábamos uno enfrente del otro, nos teníamos cierto cariño, tal vez porque compartíamos vidas tortuosas. Los dos habíamos sido jugadores en el amor y este último siempre nos había ganado.

La primera vez que vi su rostro se me hizo interesante, escribí algo sobre ello, no imagine que a segunda vista y viéndola sonreír, ella y su rostro me encantarían.

Descubrí la razón por la cual me agradaba su compañía, porque me gustaba esta mujer.

Vi sus labios sonreírme y sus ojos mirarme; era una sonrisa legitima, dulce, pintada de rojo. Le va también ese color a sus labios, parece que la existencia del mismo es solamente para ellos.

Cuando me miro note que lo hacía con alegría, con gusto de verme. Ojos grandes como abismos de mirar crepuscular. Ella mira con el alma y sonríe con el corazón, alma encantadora y dulce, corazón sensual y cálido.

Entonces la tuve frente a frente, a sus pies caí, un beso enveneno su corazón. Nos revolvimos el uno con el otro, nos dimos lo que nadie nos había dado y en unos minutos juntos vivimos toda una vida.

Pero se tenía que ir, yo lo sabía, nunca más supe de ella.

Y así vive ahora; contagiada con mi querer, como veneno mortal recorriendo cada centímetro de su ser.

Greta

Ya hace mucho tiempo que te había soñado, engendre la imaginación y el placer de tu figura.

Durante tanto tiempo en esta vida te he buscado, en otras tú me has encontrado pero siempre nos hemos perseguido.

He nacido en cada mundo con tu imagen grabada en la mente.

Te busco; busco tus grandes ojos que me excitan, tu cabello en espiral en donde he dormido, tus labios, que en cada beso me beben el alma, tu cuerpo que me complace, sacia, me esclaviza.

Te encuentro, olvido quien era y recuerdo quien soy para ti, el pasado muere, la vida es el presente. La vida junto a ti.

Madre

Hace un año en este mismo día, ya eras madre o te estabas convirtiendo en una, crecía en tu interior la mejor parte de nosotros, nuestro bebe, el primero, nuestro hombre, lo mejor que he visto en mi vida. Recuerdo que se movía mucho, con tantas ganas de salir al mundo, de estar en el, pero sobre todo de ver quien era su madre, de conocer a quien pertenecía el corazón que escucho durante nueve meses, la dueña de aquel sonido rítmico que lo acurruco, que le dio paz, que lo cobijo, que le enseño que es el amor. Porque debes de entender que el latido de una madre durante el embarazo es el sonido del amor.Dos corazones latiendo en un solo cuerpo a un mismo ritmo, ese es el verdadero amor.

Hoy ya eres Mama completamente, has visto la vida que formaste, no podría explicar mejor que tu, lo que es ser madre, tu que sentiste a otro ser dentro de ti, que lo alimentaste y lo alimentas con tu propio cuerpo, pero un día ya no mamara de tu pecho, y solo te quedara alimentar su cuerpo con el pan del hombre. Pero no sufras, te hago la promesa que alimentaras su corazón con el tuyo hasta tu último latido, lo amaras siempre, sufrirás, serás feliz y siempre sonreirás cuando lo escuches decir TE AMO MAMA.

La loca

La puerta se abrió. De repente no sabía si estaba en el infierno o en el cielo, era una mujer pero esa mujer se dislocaba de la realidad, era parte ángel, parte demonio.

De sonrisa y ojos ángel. De silueta y movimientos demonio.

Había mas personas en ese cuarto, otros seres humanos, pero ante ella, a mí me parecían luces que se apocaban frente a un sol. No me importaban esas personas, solo me importaba la mujer mitad ángel, mitad demonio. Sin darme cuenta ya estaba envuelto en su dimensión.

Ese día conocí a la loca.

Muerte

Entre en un cuarto totalmente vacío, en el solo había un foco oscilante que alumbraba muy poco, las luz que emitía y el movimiento transitorio que hacia de un lado a otro, solo iluminaba unos instantes el centro de la habitación, ahí estaba aquella figura de mujer, en medio de todo esto. Se encontraba arrodillada, maltrecha, como si una fuerza sobrenatural la hubiese arrebatado de un lugar mejor, y la arrojo en aquel sitio para que sufriera.

Por momentos desprendía sonidos de llanto y por otros espacios de tiempo parecía hablar para si misma como en un acto de contrición. Mi vista no la reconocía, pero yo sabía quién era la mujer que habitaba en ese instante aquel cuarto húmedo, mohoso, subnormal. Me acerqué a la imagen, que si mi vista no me engañaba, miraba en ese momento. Cuando estuve a un lado de ella, me di cuenta porque mi vista no la reconocía; Su cabello estaba demasiado corto y mal cortado, los mechones yacían en el suelo sin vida, siniestros. Los sentí bajo las plantas de mis pies en el momento que descubrí que estaba descalzo. En ese instante sintió mi presencia y volteo hacia a mi, enseguida supe que me había reconocido, pero no por efecto de su vista, porque hacia movimientos erróneos con su cuerpo, como si estuviese ciega, simplemente de igual forma que yo, sabía quién era el ser parado a su lado.

Me dijo con voz pastosa y aprensiva; ¡PARA QUE ME LOS DISTE SI NO PUEDO MIRAR CON ELLOS! No entendí a qué se refería con aquellas palabras. La luz dejo de oscilar y el centro del cuarto estuvo iluminado, vi los mechones de cabello regados y hundiéndose en un charco de líquido carmesí y entre ellos dos globos oculares. Se había sacado los ojos con sus propias manos. Pensé que mis penas se terminarían con aquella visión pero estaba equivocado, acto seguido mire su rostro, donde esperaba ver cuencas vacías. No fue así, en donde no debería ver nada, había dos ojos que sangraban por las orillas de las cuencas, parecían tener vida propia, se movían a voluntad sin pedirle permiso a su portador. El alma se me helo cuando los ojos se posicionaron en mí y me llene de un terror inconmensurable cuando me di cuenta que eran mis propios ojos, los que me miraban con tanta tristeza, mezclada de angustia, odio y desolación.

Estaba muerto era la única manera de que mis ojos físicos estuviesen en otro cuerpo.

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