Un recuerdo de vida

Un recuerdo de vida

La Caminante

13/07/2017

Helado, húmedo y cansando despertar.

Grito, a este nuevo aire, con dificultad.

El calor, y el confort, quedó atrás.

Acaba de llegar a este nuevo lugar.

Ya no hay marcha atrás.

No hay más remedio, tendrá que llorar.

Corriendo pasan, la tienda de la esquina.

Entra por su nariz y casi lo puede degustar.

Vamos tarde a clase, mamá no puede parar

a comprar una hogaza, recién salida del horno.

Ácido zumo de limón,

salpicado de dulce,

con celeridad resbala,

por su pequeño mentón.

Una gota húmeda y azucarada

por su brazo va saltando,

al son del calor del verano

y la sombra aterciopelada

de las hojas del manzano.

Ella le toma la mano, suave

mezcla de placer y pánico.

Sus labios brillan, anhelante burdeos.

Un centímetro más y se mezclan.

Canela y azahar y la nostalgia le invade.

Así es como debe de saber un ángel.

Vainilla en el aire. Melocotón en la piel.

La niña corre y ríe y grita y salta y ríe otra vez.

Su pequeña flor de tulipán.

Su más profundo amor, que lo llamó papá.

Como crema agria, su corazón se deshace.

La voz se aleja distante: “La madre está bien”.

Cascadas de sal le inunda los ojos y

le resbalan los labios. Tan pequeña, tan frágil.

Café pasado, recalentado.

Hueco dolor frío en el corazón.

Aliento entrecortado.

“Mi amor, ¿por qué te marchas?”

Su cara, una máscara de tristeza

desamparada.

La niña ya no ríe, la niña ya no habla.

La niña se marchó

y con ella se llevó sus almas

y el cariño que con ella soñaban.

Y no le queda nada.

Un recuerdo quizás, una mota brillante.

Camina y vive, no siente, ya no late,

su corazón anhelante.

Nieve por cabellos, surcos en el rostro

y el tiempo en los huesos.

El tiempo que pasa y sigue y no para.

Y a su son camina, sin pausa.

En sus ojos se apaga la luz vacilante.

No es clara, no es nítida, ya no es como antes.

Lo sabe,

ya llega ese fin esperado,

anhelado desde antaño,

cuando sufrió,

cuando el destino le hizo tanto daño.

Y ahora la verá, quizás

vuelva a estar con ella,

pequeña y traviesa, caminando

a su lado, con sonrisa de fresa.

La vida se apaga

y su alma despierta,

a una nueva ensoñación.

Una nueva emoción.

Quizás, sólo sea una ilusión,

pero sólo será suya

y esta vez no habrá nada que lo destruya.

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