jpg.JPG     La calle donde habito ,tiene añoranza de su pasado,cuando la hierba la cubría y en primavera las flores la adornaban.Por ello,la calle donde habito,deja ver de vez en cuando algún brote surgiendo por las grietas del duro cemento…recordando su pasado.

Es calle de pueblo,mas bien callejón,donde los gatos maúllan en  celo en alguna que otra ocasión.

Calle tranquila y silenciosa,

transitada por poca gente,es una calle que la verdad,no es ni calle ni callejón.Un buen día la colocaron una placa y la nombraron » Travesía de Jardines».Ese buen día, si la calle donde habito tiene alma  …que seguro que si…esta fue feliz, ya que fea y desgarbada es, pero ese nombre tan bonito la alegró y la hizo recordar su verde pasado.

La calle donde habito, ha visto crecer a niños y envejecer a adultos, ha visto pasar los días, las noches, los inviernos y los veranos, ha escuchado risas, llantos, campanadas de la Iglesia, a veces por muertos y a veces por Santos.

En las silenciosas noches del  del Verano, algún que otro Mochuelillo se posa sobre mi tejado, y con sus silbidos hace ladrar a los perros del vecindario.

En las silenciosas noches del Invierno, algún que otro vecino saca o mete su coche del garaje de al lado, y con el chirrido de la puerta, hace ladrar a los perros del vecindario.

La calle donde habito, no tiene la pobre arboles, la han colocado » Chupa chups» de farolas, que a veces alumbran y a veces para dormir deslumbran. Por ello y para que esté contenta, adorno la entrada de mi casa con variedad de plantas, para que recuerde su verde pasado.

La calle donde habito, deseando esta de que llegue la primavera, para cobijar a los pájaros. Palomas en los canalones y alegres golondrinas que retornan cada año a sus nidos para criar a los polluelos , que ansiosos chillan reclamando el alimento

a sus padres. Ya cuando son jóvenes e intrépidos, se aventuran a volar fuera del acogedor nido, planeando torpemente a lo ancho y largo de la calle, chillan alegres, parece como si quisieran dar gracias a la calle por el cobijo recibido y el alimento propocionado.

Durante el frío Invierno, la calle adquiere ese olor navideño a madera quemada, que sale  del humo de la chimenea del vecino de enfrente. Ese agradable olor que solo tienen las calles de pueblo, «Vamos, que ya lo quisiera la Gran Vía de Madrid » piensa orgullosa mi calle.

Las noches de niebla, adquiere ese toque a novela de misterio, por la luz que se deja entrever de los «Chupa chups» farolas, a veces da un poco de miedito.

En fin, por todo lo dicho y lo no dicho, la calle donde «hoy» habito, seguirá aún cuando yo no este, viendo crecer a niños y envejecer a adultos, viendo pasar los días, las noches, los Inviernos y los Veranos, escuchando risas, llantos, campanadas de muertos y a  veces de Santos.

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TRAVESÍA JARDINES    -NOVES-   TOLEDO

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