Desde esta ventana veo la calle Granada. Cuantas horas muertas en el parque, en el escalón de la entrada, comprando chucherías con los amigos que te tocaban. Porque en el barrio nada se elige y todo llega como la vida que hoy se me pasa frente a la ventana recordando mejores tiempos de una vida pasada. Que triste es la vida cuando pasa y que alegre cuando no eres consciente de todo lo que a tu alrededor pasa. Cuantas horas perdidas que ahora me ayudan a pasar largos ratos en mi ventana. Lo que único que me queda de cuanto viví por la calle Granada son esos recuerdos. Porque ya nada me queda, ni los hijos que se van, ni los gatos que se escapan, ni un marido con el que pasear, ni que decir de la madre y el padre con los que antaño recorría las calles, del colegio a casa y de ésta al parque. Ahora me queda la ventana desde la que añoro mi vida pasada. Porque ya poco me queda por vivir. Sólo esperar a que venga la parca. Espero que coja en uno de estos días que la tarde es calma, con el último sol ardiente en la última tarde, apostada en mi ventana, desde la que pasear de nuevo con todos los recuerdos del alma, con todos aquellos que en vida me hicieron la mujer más feliz de toda la calle Granada.

Calle Granada, en Albacete. España.

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