Una noche en Temperley

Una noche en Temperley

Rodrigo Sandoval

05/03/2016

Temperley es de mis estaciones favoritas, amplia, techada y con un parque colorido que te invita a pasar una buena tarde. Albergaba uno de mis mejores recuerdos, hasta que tuve que volver de nuevo. Ya de noche, sin el sol ni la brisa fresca, solo, guiado por la promesa que irían a buscarme a aquel lugar. Pero cuando vi cerrarse la estación y quedarme afuera supe que era real, que yo seguía ahí y no tenía donde ir, que lo único que me queda por hacer es recostarme sobre el húmedo pavimento, abrazar la mochila y cerrar  los ojos y esperar que salga el sol.

Aunque el sueño se  volvió ligero durmiendo en la acera, cerraba los ojos de todas formas para olvidar que estaba ahí.  Empatice con el hombre que yacía a unos metros de mi tapado con cartones, comprendí la incomodidad del suelo que usa a diario, sentí el frio entre las piernas haciéndome temblar el cuerpo y las luces de los faroles me quemaban los ojos. Las horas se volvieron cada vez más largas y difíciles de llevar, pero por más que deseara no estar ahí, el frio te abofetea y te hace recordar que todo es real. Que el hambre y el cansancio son evidentes, que no hay cartón que pueda remplazar la sensación de una sábana y que el miedo siempre abunda entre lo desconocido. Al salir el sol el día sonríe y un par de pies se posan a mi lado, brindándome una mano y sacándome de ahí. Antes de entrar a la estación miro el lugar por última vez, miro a aquel indigente que sigue sumido entre los cartones y me pregunto si una noche aquí fue así de larga, ¿Cómo será toda una vida?.JUAN PEREUILH,TEMPERLEY ,BUENOS  AIRES,ARGENTINA.4037483961_3c2e9174161.jpg

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