Hay veces que en la madrugada todavía resuena en mi cabeza el eco de una antigua canción, aquella que se escuchaba a través de la vieja radio marrón de madera perteneciente a mi abuelo ; el modelo era Campanela de Telefunken.Cuando era niño ese nombre me parecía muy exótico, como si perteneciese a un personaje sacado de una novela de aventuras, una princesa de otra época y lugar que había llegado de un país muy lejano.

Tan lejano y exótico como las frecuencias que se podían coger de otras ciudades como Londres , Lisboa , París o Berlin. Aunque ahora tan cercanas a Madrid , en aquel tiempo sólo las conocía a través de mi clase de Geografía, debo reconocer que siempre soñaba con tener dinero para viajar y algún día conocerlas.

Me encantaba girar los mandos de la radio , tocar los botones y verla encendida por la noche con sus lucecitas e incluso escuchar noticias y música en los mas variados idiomas. Eso sí a escondidas, dado que mi abuelo no me permitía tocarla, siempre me decía que que le costó sus buenas pesetas, me recalcaba que el adaptador de corriente al que estaba conectado era peligroso y que me podía quedar pegado.

El día que mis abuelos se mudaron a vivir a casa, lo primero que se trajo mi abuelo fue la Campanela. Recuerdo que escuchaba la radio de madrugada cuando estábamos dormidos, mientras tanto se fumaba su puro Capote, mirando al horizonte a través de la ventana, el humo del puro llegaba hasta la ventana de mi habitación.Todavía recuerdo cómo mi abuelo vibraba de emoción escuchando los partidos de fútbol, aquellos domingos en que jugaba su Real Madrid.

Un día le acompañé al médico para una revisión,en las noches apenas podía conciliar el sueño y se encontraba triste y cansado. Mientras la ambulancia pasaba velozmente a través de las calles de Madrid, en mi interior sabía que el desenlace no iba ser positivo.

La vieja radio Campanela dejó de sonar, al igual que se apagó la voz de su dueño en el otoño del año 1997.En las sucesivas mudanzas que he realizado a lo largo de mi vida, lo primero que me ha acompañado es la vieja y muda Campanela. Actualmente en su caja original, guardo los adornos navideños como si fuese un tesoro lleno de viejos recuerdos.

Hay veces que en la madrugada todavía resuena en mi cabeza el eco de una antigua canción y justo en ese momento es cuando vuelvo a sentir el olor del puro llegando a través de mi ventana , como si mi abuelo aún estuviera presente.

                                       FIN.

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