– ¡Negro! prepárate que nos vamos a salir.
– ¡No me digas más negro tía! que yo no soy negro.
– ¿De que color eres Andy?
– Soy de color marrón tía.
Por aquel entonces Andy que es como se llama mi sobrino tenía 8 años de edad, hijo de mi hermana que es de tez blanca y que siempre ha sentido una gran atracción por hombres de raza negra.
Recuerdo que una noche me invitaron a salir y como era una noche especial, decidí ponerme una falda corta, me maquillé y calcé mis pies con unos 6cm de tacón. Cuando fui a despedirme, Andy comenzó a llorar.
– ¿Por qué lloras Andy? Pregunto.
– Tía porque estas vestida de mujer y no me gusta.
Mi hermana comenzó reir. Me sentí triste y me invadió un malestar enorme porque el niño lloraba sin parar. Yo lucía bella, guapa, la reina de la noche que hizo a mi sobrino llorar. Fui a mi habitación, me puse un vaquero y volví a preguntar:
– Y ahora Andy, ¿qué tal?
El niño sonrió y yo eché andar.
Quiero pensar que desde aquel entonces Andy fue el único familiar que aceptó mi condición sexual, muy a pesar de que yo cariñosamente le llamaba negro.
Un día cualquiera llegaba a casa y mi hermana le peleaba a Andy
– ¡Tú tienes que estudiar! ¡Vas a estudiar porque lo digo yo, porque eres negro y no serás ladrón!
Y con una chancla en la mano zurraba a mi sobrino que era hombre ya y cursaba el bachiller. Andy había hecho novillos y decidió pasar una tarde con sus amigos, mi hermana se enteró, y ¡voila! (como dirían los franceses) ¡Menuda bronca se llevó!
Queridos lectores mi sobrino estudió y se licenció en Cultura Física. Ha formado una familia, tiene una hija y está felizmente casado.
Evidentemente, hago un llamado a la lucha contra el racismo que se manifiesta por los siglos de los siglos en los seres humanos y quizás algunos opinen: – Es un tema tabú. Y tanto que lo es, pero son tabúes, que hasta la fecha no hemos sido capaces de erradicar. Podemos luchar por una cultura sin humillar a otra, podemos defender los derechos de la mujer sin humillar al hombre, podemos convivir en sociedad con los homosexuales sin temor a la extinción de la raza humana, podemos aceptar a un extranjero que viene a trabajar. Alejémonos de la xenofobia, porque el peor de los tabúes es ese que nos hace pensar que somos superiores, demostremos entonces con respeto al prójimo: Nuestra Gran Valía
Andy es de raza negra. Yo soy gay. No soy racista
– Y tú?
FIN
Andy, su bebé y yo. Verano del 2013. Bautizando a Amayita
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