UNA CUESTIÓN PELIAGUDA

UNA CUESTIÓN PELIAGUDA

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Nadie conoce con certeza quién fue el autor, aunque la opinión  general  lo atribuye al tío Celedonio,  aficionado a la taxonomía y al anís Machaquito.

El caso es, que desde mediados de los ochenta del siglo XX, el conjunto “miembros de mi familia pertenecientes a mi generación” se divide en dos subconjuntos, los  “peinaos” y los “despeinaos”, esta clasificación abarca tanto a hembras como a varones.

El subconjunto “peinaos”, en adelante P, se caracteriza por su aspecto siempre aseado e impecable, un P tendrá cada cabello en su sitio, incluso recién levantado, los  P usan camisa y algunos lucen su inicial bordada en el pecho si lo ocasión lo requiere, los P usan pijama o camisón, aborrecen las lentejas y van a misa el día de San Cirilo, nuestro santo patrón.  Todos pelan las gambas con cubiertos, aunque esta característica es discutida, pues se cuenta que el primo Alejandro usó los dedos en la Romería del Cristo el año que se emborracho, por que los P solo se emborrachan una vez en la vida a diferencia de los D, como luego veremos. Los varones P eligen para casarse saludables muchachas con madres rotundas, mientras las hembras prefieren hombres altos y algo escuálidos.

Los integrantes del subconjunto D tienen, como característica principal, el cabello fiero, casi feroz, incluso cuando salen de la barbería o de  “Mimí Peluquería de Señoras”  que regenta mi tía Milagros, casada en segundas nupcias con el tío Bernardo “el de la Coja”.

Para ser francos, diremos que este no es un tema que preocupe lo más mínimo a los D, con excepción de Rosita, que trató de plancharse el pelo una vez que se enamoró de un cabo de la Guardia Civil, pues como ella decía “¿como voy a ser civila con estos pelos?”. Pero aquello no cuajó.

Los miembros del subconjunto D, visten en general un tipo de prenda informe al que llaman camiseta, incluso algunos de ellos gustan de adornarlas con eslóganes incendiarios, acostumbran a dormir como Marilyn pero sin Channel y nunca, nunca van a misa, ni siquiera el día que enterramos a la “tita” Patrocinio, la pobre.

A diferencia de sus primos P, los D comen y beben sin moderación, incluso hay algunos que tienen barriga, algo impensable al otro extremo del diagrama de Venn.

Los D practican la desdichada convención de enamorarse y se enamoran, mucho, algunos muchas veces.

De cualquier modo a estas alturas la cuestión está ya algo difusa, al menos en el caso de los varones, pues todos ellos han formado un nuevo subconjunto: el C «miembros de mi familia pertenecientes a mi generación, calvos».

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