Mi abuela era católica, lo cual era una excentricidad dentro de una familia judía de esa época. 

No solo era católica, sino que era una católica devota. Cuando la visitaba en su casa de Buenos Aires, tenía en la cabecera de la cama, la imágen de Cristo, mostrando su corazón sangrante. Confieso que un poco me impresionaba, sobretodo porque hacía muy poco, unas nenas del colegio me habían dicho que los judíos habían matado a Cristo. ¿Ese bebé tan lindo?

Pero su excentricidad era más abarcativa. Era insomne y pasaba las noches tomando café con leche y leyendo novelas policiales. 

También tenía una amigo, se llamaba el Sr. Velazco y venía de visita. Yo un día fui con el cuento a mi mamá de que el Sr. Velazco le tocaba «las tetas a la abuela». Se armó un gran revuelo. Confesé entre hipos y sollozos que solo «me había parecido» pero la abuela quedó muy enojada y me hizo rezar diez Ave Marías y diez Padrenuestros. A mí, como castigo me parecía muy leve porque más que orar yo los recitaba con ademanes y todo.

Otra excentricidad era que se había separado de mi abuelo. ¡Ni en las más osadas películas de Hollywood había abuelos separados y yo los tenía! Así que me ufanaba de ser la chica más moderna del pueblo.

Ojalá yo hubiera heredado la libertad que ella tenía para hacer lo que se le daba la gana. Mi mamá decía que era así porque tenía un padre francés y los franceses había declarado «la elegalité» para todo el mundo.

Cuando se enfermó la cuidamos todos. Rezamos cada una de las estampitas que  nos pedía. Se especializaban, nos decía, en distintas partes del cuerpo. Los más populares para ella eran San Lupo para las enfermedades de los intestinos y San Julio para el estreñimiento. Cuando se agravó sólo bastaba seguir la dirección de su dedo y ya sabíamos qué teníamos que hacer.

Murió rodeada de parientes, católicos y judíos. Mi abuelo Moisés, su ex marido, y sus cuñados Berta y Samuel y por la rama católica, su sobrina Adelaida y su ahijada Marita.

Era gracioso cuando Adelaida le pedía a mi abuelo: Don Moisés por favor, me alcanza a San Lupo?

Mi abuela como ven, murió feliz. Yo heredé muchas de sus costumbres. Me he especializado en Santa María Magdalena, buena para las penas de amor y no dejo de suspirar con El Cantar de los Cantares.

                                                                  FIN

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