Es Nochebuena y saco la cristalería de mi madre.

Observo las copas y veo la mesa de mi infancia. Mi madre la está cuadrando  como si cuadrara un balance.

 ¿Mamá, esta noche nos gusta todo?, preguntan los mellizos, porque son los pequeños y se sacrifican en aras a la perfección de los cubiertos, de los vasos, de las fuentes.

Mi hermano Carlos, como es el mayor, saca el tapón de una botella. Me cuentan los mellizos que a una prima le saltó un ojo porque le golpeó el corcho. Me escondo bajo la mesa. Explota un cohete que ha traído el tío Paco, está lleno de regalos y de confetis. En el centro de la mesa hay tres pajaritas que he hecho en el colegio con papel de plata. Mi madre las coloca y yo se lo agradezco. Sé lo importante que es para ella que todo sea perfecto y mis pajaritas dejan mucho que desear.

A mi padre le ha tocado la pedrea, pero ya no le queda nada. A base de regalar a todo el mundo ha tenido que poner dinero de su bolsillo. Ha regalado al portero, al frutero, a mis tíos… Todos tenemos regalo menos él, que ahora tiene que pedir adelanto. Pero eso no importa porque le encanta obsequiar. Se le ha quedado olor a musgo, a turrón y a acebo. Acaba de llegar del mercadillo. Trae nueces, dice que son de La Vera e imita al vendedor entonando un soniquete mientras toca la zambomba: “Son de La Vera, de La Vera son”

Voy limpiando las copas, las siete que quedan, el resto se han ido rompiendo de tanto usarlas, de tanta Navidad, de tanto hermano,  sobrino y cuñadas. 

Ya no está el lote completo, dicen mis hermanos cuando repartimos. Pero no importa, porque yo las quiero más que nada en el mundo. Quiero mi Navidad de entonces, un trocito de recuerdo para guardar en un armario,  abrirlo solo un día al año y quitarle el polvo. Porque sé que cuando saque las copas, veré a mi padre con la zambomba y al tío Paco con el cohete, veré unas pajaritas en papel de plata, a una prima con parche en el ojo. Y por un momento, solo un instante, el que invierto en limpiarlas, ellos regresarán y los mellizos seguirán siendo dos, no como ahora que Kiko se ha marchado dejando cojo a Javier, y a mí, y a todos.

Quiero las copas y mis recuerdos, quiero a Kiko y a Carlos, quiero a mis padres. Quiero a mis tíos lanzando cohetes.

 “Son de la Vera, de la Vera son”, canto a mis nietos acompañada de una zambomba, porque deseo que algún día, alguno de ellos, mantenga en sus manos la última copa cargada de recuerdos y piense en mí, porque entonces yo pensaré en aquellos y todos regresaremos para vivir en el recuerdo.

FIN

securedownload.jpg

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus