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Una vez, siendo niño, estaba en la plaza jugando con unos amigos. Bajo una acacia encontramos un pequeño pájaro que se había caído del nido, estaba medio muerto. Una niña dijo, veréis como da tres suspiros y muere, los dio y murió. Desde aquel día, mientras mi madre dormía la siesta yo me quedaba en la puerta de su cuarto mirándola, contaba su inspiraciones, cuando daba la cuarta me iba tranquilo.

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