Metidos ya en el coche familiar, cansados, ella con voz de sueño dice: …papá, papá ahora me toca a mí elegir, papá, papá nuestra canción.

…..Puedo escribir y no disimular, es la ventaja de irse haciendo viejo, no tengo nada para impresionar, ni por fuera ni por dentro. La noche en vela va cruzando el MAR porque los sueños viajan con el viento, y en mi ventana sopla en el cristal, mira a ver si estoy despierto. (Fito y Fitipaldis)

Más alto dice ella y el C8 se impregna de chillidos, de risas, de guitarras invisibles, de esa química tan especial y tan difícil de describir, hay complicidad entre ellos, hay mucho amor. Sentada en el asiento de copiloto tengo la sensación de sobrar, soy la tata de los cuatro me digo, mientras canto, chillo y muevo la cabeza con ellos, pero definitivamente es “su momento”.

Sus vidas ha dado un giro de 180 grados, pero él, sigue actuando con ellos como si nada hubiera cambiado (colegio, deberes, juegos, meriendas, baños) habla con ellos libremente de cualquier cosa, responde a cualquier duda (en estos momentos tienen muchas) no les oculta nada, quiere ser con ellos transparente, en el vocabulario suyo y en el de sus hijos no existe la palabra mentira. La mentira no existe, porque él ésta empeñado en acabar con ella, ha pasado demasiados años durmiendo a su lado y ahora lucha cada día con su sombra (la mentira) y no con pocos esfuerzos se va deshaciendo de ella.

Lucha porque la magia no se acabe y la magia persiste, lucha por arrancarles una sonrisa, lucha para que sean felices y poco a poco lo va consiguiendo. No se rinde fácilmente, no le importa lo que la gente pueda o no pueda decir de él, tiene las espaldas anchas, no se rinde y lo demuestra desde hace ya algunos meses, día tras día, se pone su mejor sonrisa, se arma de paciencia, y vuelve a una lucha sin voces, a una lucha sin tragedias, sin lagrimas, a una lucha donde su mejor arma es el amor incondicional que tiene hacia sus tres hijos.

Porque está empeñando en que la magia no desaparezca, porque para él son su razón de vida, son como decía el cantautor “la más bella historia de amor que tuvo y tendrá”.

Él es un hombre, todo un padre, pero al caer la noche como si fuera víctima de algún extraño embrujo vuelve a convertirse en chiquillo, que llora amargamente, porque no ha podido acostar a sus hijos, llora amargamente porque no quiere dejarlos, llora amargamente porque ellos lloran, Es todo hombre pero no deja de llorar en una cama que no es la suya, en una casa que no es la suya. Pero que ahora vive una vida que es suya y de sus hijos nada más, sin interferencias, sin mentiras.

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