A veces me pregunto si influyó para algo el que mi tío naciera en medio de una gran tormenta, con rayos y truenos, y por si eso fuera poco con un apagón de luz, lo que provocó que viniera a este mundo con velas. Ello no impidió que su cerebro haya estado siempre muy lúcido, demasiado y eso que a lo largo de su vida ha tenido nubarrones, más cielos grises de los que le hubiera gustado y aguaceros, que no hubieran podido ser absorbidos por un paraguas.
Es el tercero de 13 hermanos, ya empezando por el número, si uno es supersticioso, intuye que la vida no ha sido para él de color de rosa. Eran tantos hijos y tan seguidos que los que primero llegaron no tenían un futuro claro. A la escuela fue lo justo para saber aquello de “mamá me mima, yo mimo a mi mamá” y las tablas de multiplicar y las de sumar, ya dividir o restar, requería más tiempo del que sus padres disponían había que ayudar económicamente en casa y por lo tanto había que ponerse a trabajar.
De todas formas a lo largo de su vida ha aprendido a restar y dividir más de lo que hubiera aprendido en la escuela; desde muy pequeño le tocó compartir: pantalones, camisetas, zapatos, abrigos, juguetes (cuando los había), y hasta los bocadillos de pan con leche y azúcar. Como su mente siempre ha sido- decía su madre- muy despierta, aprendió pronto que si quería prosperar en aquel oscuro mundo lo que tenía que hacer era buscar una salida- labrarse un futuro- ¡ ya lo creo que se lo ha labrado! No fue fácil y a pesar de lo descolorida que ha sido su vida, lo logró. No voy a contar como lo hizo, que corra la imaginación de cada uno de los que me escuchan o leen, pero sepan que nunca pensó llegar donde está ahora. En fin… no se estrujen el cerebro pensando y pensando como lo ha conseguido. -Lo digo-ES POLÍTICO.
FIN
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