Ahora que ha muerto mi madre, tomo entre las manos un álbum de fotografías –regalo en el día de su boda-, donde se han acumulado los recuerdos en forma de «migas de vida».
Lo abro, y detecto saltos en el tiempo entre unas fotos y otras: aquí una de mi madre conmigo en brazos,
en otra, ella sentada en un banco de los Jardines de Sabatini, con el Palacio Real de Madrid como fondo. Me detengo en esta foto, que aunque es en blanco y negro, adivino el vestido muy bonito, marcando su figura de mujer con 18 años.
¿Por qué miro las fotografías si me producen tanto dolor?, no lo sé realmente, tal vez sea el verla a ella, está ahí…, aquí en mi cabeza, estática en mis recuerdos para siempre, sin envejecer y eterna.
Vivo unos momentos intensos con las fotos, momentos que perduran brevemente una vez cerrado el álbum. Mi madre me sigue observando ahora mismo desde la pared de mi salón, en nueve retratos sobre lienzo con su imagen “Andy Warhol”, para siempre.
FIN
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