Mente sosegada, cuerpo cansado, felicidad de las pequeñas cosas.
A mi derecha su cuna, dentro él, su respirar es el mío, su sueño también.
Las sensaciones me transportan a otro sitio, a otra niñez, a la que fué la mía, en su momento más bonito, antes del drama, de los lloros de mamá y de las otras caras, las serias, las de sin juegos y sin caricias, las de sin cuentos y sin risas, las que me encerraron en una caja oscura. Una caja asfixiante que, conocí, acaté y sepultó mi lado precioso, el que añoro, el que me quema en el pecho muchas veces.
Esa falta de iniciativa, de no creen en mi capacidad, en mis sueños. Ese mundo hijo mío, hijos míos, no lo tendréis.
Quiero risas, besos, amor, aprecio, iniciativa, apoyo, cariño. Que no os falte. Que sepa yo daroslo. Que riamos y lloremos juntos. Que soñéis en algo, a plena voz.
Ahora me pregunto en esta cabeza, por fín, calma, si es tarde ya para mi, para mis añoranzas, y la quemazón vuelve y necesito reencontrarme, reconciliar a esa niña de trenzas y rodillas sucias y esta madre orgullosa de hoy.
Hoy necesito tus besos, abuela, porque te fuiste y mi vida giró.
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