Diario de Isaac Shamir

Diario de Isaac Shamir

José Castro

28/04/2014

  Viernes 6 de julio de 1951

Querido diario:

No, no creo que la emoción me deje dormir esta noche. A mamá y papá, tampoco. ¡Ojalá ya fuera sábado! Sí, ¡mañana los tres nos vamos de vacaciones! Tres semanas en Europa: dos en Paris y una en Lisboa.

  Querido diario, reconozco que lo de viajar en avión me pone de los nervios. Desde Nueva York hasta Paris. Todos los días le pido a Dios para que no caiga el avión. ¿Cómo será la vista desde el cielo? ¡Mañana seré un pájaro!

  Que emoción, ¡por fin conoceré mí familia de Europa! Aún así no puedo ni comparar con lo que estarán sintiendo mamá y papá. Desde que huyeran de su Francia en la II Guerra Mundial no han vuelto ahí.

  En Paris conoceré mi abuelo David y la abuela Sara, mis tíos y primos. ¡Ojalá sean simpáticos!  ¡Y que ganas tengo de ver la Torre Eiffel, tan alta y tan guapa!

  En Lisboa visitaremos a Aristides. Mis padres me dicen que le llame “abuelo Aristides”, pero, ¿cómo puede ser mi abuelo? Tengo mis abuelos maternos que viven con nosotros en Nueva York, y en Paris viven los paternos. No entiendo a mis padres, siguen creyendo que soy un niño, ¡no se enteran que ya tengo 9 años! Dicen que soy muy pequeño para comprender ciertas cosas.

  Al fin al cabo, no me hicieron falta mis padres para saber toda la verdad sobre  el “abuelo Aristides”. Sí, mi tía Abigail esta mañana me lo contó todo. Querido diario, te lo explico:

  Esta mañana mientras a solas conversaba con mi tía Abigail, le conté que cuando estuviera en Lisboa con el “abuelo Aristides”, pretendía regañarle preguntándole, “¿qué clase de abuelo es él? ¿Por qué nunca recibimos cartas suyas? ¿Por qué nunca se interesó de cómo me iba en la escuela?”. Mi tía me pedió que no lo hiciera y me contó la verdadera historia.  Me confirmó que en realidad Aristides no es mi abuelo, pero que aún así lo consideraban como de la familia. Me contó que Aristides de Sousa Mendes en el tiempo de la guerra, era cónsul portugués en Francia y que gracias a él mis padres se pudieron salvar. Y no solo mis padres, otros miles de judíos. Me dijo que, desobedeciendo al dictador de Portugal,  Aristides decidió entregar un visado de forma gratuita a todo aquel que se lo pidiera. En pocos días y gracias a sus visados, miles de personas pudieron escapar de Francia y de los malvados nazis. Al final fue castigado por el dictador portugués.

  Puede que desde hoy confirme que Aristides no sea mi abuelo,  pero desde hoy lo convierto en mi héroe. ¿Por qué mis padres no me contaron la verdad desde el inicio?

  ¡Ojalá ya fuera sábado!

                                                     FIN

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Aristides de Sousa Mendes

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