Si por familia entendemos lazos consanguíneos… mucho me temo que prácticamente carezco de una.
A lo largo de mi vida me he encontrado con gente que han hecho las veces de mi familia por un tiempo, unos más, otros menos y algunos aún lo son.
La palabra familia está algo sobrevalorada, desde mi punto de vista y mi propia vida. Se presupone por familia un grupo de personas, a priori, los abuelos/as, los padres y madres, los hermanos/as, los primos/as, los maridos y esposas, los hijos/as, los sobrinos/as, nietos/as…, que en teoría, te quieren, te aceptan y te cuidan sin condiciones, bueno, he de decir, y con esto no digo nada y lo digo todo, que ha habido momentos en mi vida en que mi única familia han sido mis mascotas, animales maravillosos, perros, gatos, conejos, cobayas y tortugas que siempre me querrán incondicionalmente.
Por distintos motivos, las personas familiares, mis familiares, quedaban lejos, a veces, literalmente.
Hay momentos en los que fantaseo y me imagino mi gran familia perfecta, me pregunto, ¿cómo será experimentar, para variar, esa sensación de tranquilidad? el saber que alguien de tu familia te guarda las espaldas y que todo saldrá bien, sentirse protegida, segura y poder bajar la guardia. Por suerte de algún modo, la vida te va poniendo gente maravillosa por ahí cerca, que tratan de auparte con mayor o menor suerte.
Tras mucha frustración, alguna depresión, demasiado tiempo para pensar, y pensar, y llorar y maldecir… a veces concluyo, y digo a veces porque en ocasiones aún piso en falso;
Que tampoco pasa nada, no es tan grave, cada cual tiene lo que tiene y tiene a quien tiene.
Al fin y al cavo la “familia” no la podemos elegir, cuando llegamos ya está ahí, asignada para nosotros, y no hay opción de protesta. Luego con los años ya vamos siendo, o nos van haciendo, más selectivos, y entonces la “familia” deja de tener tanta relevancia para mí;
Mi familia es ese pequeñito grupo de personas en el que encajo casi perfectamente, porque nada ni nadie es perfecto, donde puedo ser yo sin ningún tipo de ambages.
P.D: A mi abuelita Síxta, que me quiso siempre de verdad y sin condiciones, y me abandonó para siempre, demasiado pronto para mí.
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