Santander, España 22 de Octubre de 1886
La mañana es fría y brumosa, se respira un ambiente fétido y el redoblar de campanas es constante y doloroso, el pueblo entero tiene destrozada el alma.
Carlos acaba de sepultar a su mujer, esa gripa cancerosa que ha asolado el pueblo entero; no quedan casi niños en la ciudad todos han ido muriendo uno a uno en poco o casi nada de tiempo, aun los lechos calientes.
Al asomarse a la venta quiere ver más lejos esperando respuesta de su única esperanza, la familia en América, hace casi un mes que escribió a su primo Genaro, en medio de la desesperación, después de sepultar uno tras otro a siete de sus diez hijos, toma el tintero y se decide a pedir ayuda, necesita salvar a los tres mayores que aún viven, en medio de tanta locura es su único pensamiento, su rostro arrasado en lágrimas y una mano antes firme, ahora vacilante y temblorosa, con cuidado garabatea las líneas de saludo y le pide a su primo en México auxilio, allá al menos hay una casa comercial de la familia en donde los chicos podrán ganarse el pan y aprender un oficio sin ser prostituidos y poco enseñados.
La decisión es difícil máxime cuando en la finca, los primos de Carlos quieren extender su marquesado invadiendo las tierras que se presentan ahora sin herederos, manos ni labranza.
Al otro lado del mundo en Tehuacán, Puebla, Genaro está redactando la respuesta que cambiara el destino de toda la familia,
Querido primo, mi hermano con profundo dolor he leído tres o cuatro veces tu carta del pasado Setiembre, no puedo imaginar el dolor que estas atravesando al ver perdidas tus tierras por la codicia de los parientes que no se conmueven al ver tu dolor ante la muerte de tu descendencia, hermano, esa es la ofrenda que todos tenemos que pagarle tarde o temprano a la tierra, recuerda que dice el sabio que “lo que Dios me da, lo que Dios me quita, a mano estoy con la vida”.
Con gusto recibo a tus muchachos solo requieren traer de esto, honradez, humildad, y ganas de trabajar, acá harán fortuna bajo mi cuidado, diles que se apliquen, y si son mañosos en cuatro meses aprenderán lo que otros en ocho, además de ayudarme a tomar la decisión de no traspasar el negocio que al estar yo ya por retirarme estaba tentado a aceptar ofertas, más ahora que velare por ellos será su patrimonio y la base de su fortuna, en poco ellos harán grande mi apellido y la fama de esta casa.
Solo tendrán que desembarcar en Veracruz y presentarse en la casa del judío, allí les darán las indicaciones y el recurso para que lleguen con bien a esta tu casa, ellos serán tu alegría y orgullo primo, mi hermano, un abrazo.
Genaro
Así comienza, la travesía que daría a la familia mil historias, Julián, Ángel y Genaro embarcaron hacia América…
fin
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