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Mamá me hablas sin hablarme y yo te escucho sin escucharte. Somos como dos sombras que nunca se encuentran.

Se supone que la vida es fácil y sencilla. De eso comen los múltiples libros deautoayuda que asoman en las estanterías de top ventas del FNAC. Y, ¡cuántos libros me he tragado! buscando encontrarte. Un simple encuentro entre dos personas no debería ser tan difícil.

Entonces me pregunto si el amor puede teñirse de tantas tonalidades. Tonalidades de sí pero, si pero no te acerques demasiado no sea que, si pero no me molestes, si pero espabila, si pero eres tan rara, si pero no….

Deberíamos volver a ser un poco más niños.

Yo también fui niña igual que tu.

Mamá, ¿te acuerdas del pijama azul, azul pitufo? Nos decías que era un chándal y nos llevabas a los 4 al Tibidabo. Nosotros sabíamos que era un pijama pero por no verte enfadada no lo decíamos. ¿Y esas tardes de domingo? Nos arrinconábamos todos en el sofá y dos palabras nos acompañaban: Dallas y tarta de chocolate. Aún puedo saborear desde la lejanía que permite el paso del tiempo esa tarta. Tú la preparabas y era tan buena.

¿Y esas noches cuando me colaba entre vuestras sábanas?. Venía a dormir contigo y con Papá por miedo a la oscuridad y por el placer de estar cerca y protegida. Me despertaba con el olor a café recién hecho, nos reíamos de los pedos de Papá y a mi me encantaba esa barba de recién levantado que pincha pero sólo un poquito.

¿Sabes como te llamábamos? La bruja. Cuando picabas al intérfono de esa manera tan impaciente tuya corríamos todos en manada gritando-que viene la bruja!- e intentábamos ponerlo todo en orden a la espera de tu inspección de régimen militar. Gritabas si habías tenido un mal día fuera lo que fuera que te encontraras y te encerrabas en tu cuarto si el día había sido normal. Pero si habías tenido un buen día te ponías a cocinar y nosotros te ayudábamos. Me encantaba cuando cocinabas.

Los veranos sí que eran veranos entonces, todos juntos, con tus gritos, con los perros, con las tartas de frambuesa y las tostadas de nocilla y esa amiga vuestra regordeta que venía a última hora y que por las noches se escapaba a la nevera para comer nocilla,según ella hacía régimen, debía ser un régimen muy especial pensaba yo.

Dicen que somos un conjunto de recuerdos. Tu mamá estás en mis recuerdos. No somos tan diferentes. No somos tan agua y aceite como quiere hacerme creer mi rabia y mi orgullo herido.

Ahora estoy escuchando “Let her go” en mi despacho y pienso que sólo dejando ir una parte de ti podré encontrarte. Sólo dejando esa parte de dolor, de miedo y de soledad que compartimos podremos encontrarnos algún día. Yo estoy dispuesta a emprender el viaje si tu me dejas. Seamos niñas de nuevo para volver a hablarnos, para volver a escucharnos.

 

Te quiero mamá. 

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