Cortesanas de la miseria o Corte Sano a la Miseria?

Cortesanas de la miseria o Corte Sano a la Miseria?

MAC

26/06/2013

Escribir sobre mujeres me encanta. Cuestión de género, tal vez. Pero intentar acercarme a la problemática que rodea al género femenino me apasiona. Identidad de género, quizá. Como sea. Atreverse a escribir sobre temáticas dolorosas, abordar aquello que nos genera escozor o poner palabras en aquello que nos escandaliza; no solo nos engrandece como sociedad, sino que nos libera como seres humanos de la esclavitud que nos genera el miedo a lo desconocido.  

La trasmisión generacional de las cuestiones inherentes a lo femenino conforma un amasijo de sentidos que nos traslada a “el vínculo materno”. Aquél que como bien dice Adriana Tettamanti en su libro Su Majestad, el vínculo materno: “… nos reclama recoger las migajas de la incomprensión y la mezquindad para amasar un pan caliente y esponjoso”. Aquellos saberes femeninos que son trasladados de generación en generación anclados en lo socio-cultural.

Y de esto se trata. Poder correr el velo de incomprensión y mezquindad; desde el cual habitualmente miramos con desdén la “ligereza” o  “liviandad” con la que mujeres en todas las épocas de la humanidad enfrentaron la adversidad, utilizando como herramienta para sobrevivir su femineidad, en un mundo que se les presenta hostil por el solo hecho de ser mujeres.

Pleno siglo XXI; y la prostitución, conocida como uno de los “trabajos” más antiguos del mundo está lejos de ser erradicada. Regulada como una actividad laboral en algunos países. Penalizada como ilegal en otros y abordada desde una óptica al menos innovadora en otros -se busca la ilegalidad en quienes pretenden adquirir el servicio; la dicotomía con un mundo que hoy nos sorprende globalizado, es aún punzante. Nos duele mucho más.

Abordar esta temática aislándola del contexto global en el que se encuentra inserta la mujer es, a esta altura, imposible de ser considerado un error. Funciona como anestésico para la memoria social. Aliciente para olvidarnos de siglos de permanecer indemnes ante lo injusto en lo cotidiano. A lo que le sumamos, un estado en su mínima, cómplice de una sociedad machista y retrógrada.

Pretender hablar de prostitución nos obliga a tocar temas como violación, infibulación, violencia doméstica, condiciones laborales desiguales, acoso sexual, entre otras (padecidas por el género femenino casi en su totalidad).

Pero veamos; en al menos en 28 países de nuestro planeta -principalmente en África, aún se realiza la infibulación, a modo de “bienvenida” de las niñas al mundo adulto. Esta práctica consiste en la mutilación genital femenina (MGF) como sistema de control de la sexualidad en la mujer y se desarrolla hoy en día en diversos lugares del globo terráqueo.

“Tenía siete años cuando fui mutilada. Aquello fue una fiesta, durante un mes me hicieron sentir como una “princesa”: todo el mundo me regalaba bombones, flores, juguetes. No te lo podrías imaginar… Luego, vino la pesadilla”. Najma Ahmed Abdi, de Somalía; es una de las 130 millones de mujeres en el mundo que hoy pueden contar el horror con palabras similares.

En Suecia, Noruega e Islandia se persigue la penalización en quienes realizan la adquisición de servicios; pero no la labor de las prostitutas (es el llamado «modelo abolicionista»). Allí, la prostitución se considera una forma de violencia contra las mujeres y se penaliza a los hombres, que las explotan al comprar sus servicios sexuales. En la mayor parte de los casos; las prostitutas son víctimas que requieren ayuda y se intenta educar al público pues se considera que la igualdad en el trato hacia ambos géneros continuará siendo inalcanzable mientras haya hombres que compren, vendan y exploten a mujeres -incluso niñas y niños- prostituyéndolos.

Pero en países pequeños como el nuestro: escasa calidad lnstitucional y bajo desarrollo en conceptos tales como «ciudadano»; nos encontramos compitiendo en el rubro turismo junto a otros países (que podríamos denominar desarrollados) en condiciones de igualdad. Es decir, una alta competencia en ofrecimiento de circuitos turísticos que habla de prosperidad económica pre-dispuesta a un sector como el recreativo. Que amén de grandes ganancias, indica un alto nivel de inserción social mundial. Y he aquí la mayor de las paradojas.

En Argentina no podemos llegar a hablar aún de prostitución pues aquí el entramado es mucho más complejo. Aquí prostitución es una verdadera red de crímenes organizados en pos del negocio de la servidumbre sexual.

Según un informe realizado por Naciones Unidas, Catamarca junto a Chaco, Salta, Jujuy y Misiones es parte de una ruta interna de tráfico de mujeres y niñas destinadas a la prostitución y a la servidumbre sexual. Ruta interna para la «exportación» y ruta interna para el «turismo» sexual.

El informe revela que Argentina es parte de un circuito internacional del crimen organizado. Se trata de un negocio que da ganancias similares al tráfico de drogas y al tráfico ilegal de armas.

Siete mujeres o niñas pueden llegar a producir 80.000 dólares por mes. Según Naciones Unidas hay muchas mujeres y niñas de la calle muy pobres, necesitadas, fáciles de llevar y hacer desaparecer, o bien se los compra por poco dinero a sus padres muy pobres, llenos de hijos que mantener y, se los revende a los proxenetas de los prostíbulos.

Las variables que propician esta realidad son el desamparo, el desarraigo, la impunidad con que operan estas redes, la ignorancia, la falta de educación, la violencia familiar, la pobreza, la búsqueda de una salida a tanta miseria y hambre, la orfandad, el vacío legal y las complicidades entretejidas que la convierten en una verdadera red.

El hambre no es virtual, es concreto, pero se banaliza su significado. La falta de educación y prevención es también muy grave, pero se  minimizan sus riesgos. También se trivializa el maltrato, la tortura, la servidumbre, las violaciones repetidas a que son sometidos esas niñas y jóvenes.

Pero no nos vayamos tan lejos. No hace falta. Todos los días asistimos: como participantes, como cómplices o como simples espectadores de lo que creemos que es simple folklore nacional: Siendo parte de las complicidades entretejidas que SOSTIENEN ESAS REDES.

Esto es hablar sobre mujeres. Esto es hablar sobre prostitución. Esto es «recoger las migajas de la incomprensión y la mezquindad para amasar un pan caliente y esponjoso». Esto es hacerse cargo de nuestra deuda como sociedad que se niega a realizar un corte sano a la miseria cotidiana. Miseria que oscila de cuerpo a espíritu y viceversa.

banco.jpg Pequeños agujeritos a la pobreza de espíritu…

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