Colorín Colorado….. este cuento no ha acabado…..

Colorín Colorado….. este cuento no ha acabado…..

¡Que pena que no pueda invitarte a tomar un café! exclamó Hassan…. 

Fue lo último que escuche decirle esa tarde de invierno cuando se alejaba por la calle extensa de Martinez Campos, esa que nos reunía todos los días con dos objetivos: trabajo y comida. Era básica nuestra necesidad y a ambos nos movía el instinto de sobrevivir en aquel país que no era el nuestro, un país azotado por una “tal” crisis económica.

Hassan tenia una belleza singular propia de un ser de luz, esa que te hace sentir especial, aún cuando no crees merecerlo, últimamente mi situación personal se  estaba encargando  de recordarme con bufona sonrisa y áspera crudeza que no poseía nada. De acompañante, la soledad, sentada junto a mi en el banco de aquel parque solitario, llegué tarde al albergue ese día, se hacia pequeño el lugar para tanta necesidad,  larga noche me esperaba.

La mañana siguiente aparecí temprano por el comedor social, rutina que hace unos meses  se había convertido en una práctica usual, todos los que estaban presentes portaban un semblante serio y me observaban con paciente pesadumbre.

-¿Que ha pasado? apenas pregunte, intuí hacia la respuesta los peores presagios. Sor Elena allí presente, me pidió que en privado quería hacerme saber un suceso. Yo asentí con la cabeza y juntas nos dirigimos hacia su oficina, sentada escuche atentamente a través de su dulce hilo de voz la lectura de aquella nota trágica:

Me he cansado de luchar, soy infeliz, toda mi vida he deseado formar una familia, para mi no hay nada mas importante. No veo razón de existencia del ser humano sin que se agrupe en un  lazo familiar, hasta los animales tienen esa prioridad, ¡es ley de vida!. A mi ya se me ha escapado la oportunidad para cumplir ese deseo, tengo 44 años y ahora sin trabajo y techo digno es mi realidad, estoy huérfano de padres y huérfano de patria, ninguna mujer pretendería esta inestabilidad en su elección. Ya no hay motivo para seguir.

No soy lo suficientemente joven para un puesto laboral, pero tampoco lo suficientemente mayor para reciclarme, intento con todas mis fuerzas obtener cualquier oportunidad en el mercado, ¡crèanme! el INEM es un viejo conocido. Podría ubicar a ojos cerrados los sitios donde he deambulado para descubrir una oferta de trabajo, pero parece ser que no soy lo suficientemente bueno, cada vez son más las excusas para no admitirme y la maldita frase «te llamaremos» resulta insultante ante mis oídos… esa llamada no se producirá, lo sé ahora, fui todo este tiempo un absurdo iluso. Mientras, detenidamente observo el panorama de otras muchas personas mejor capacitadas y tampoco corren mejor fortuna, todavía siguen en lista de espera, es muy habitual las largas horas de permanencia  en este organismo de empleo. 

Vivo en un limbo que cada día me consume, doy mi mejor cara al mundo, sonrío, doy palmadas con cánticos a “Dios”, las hermanitas de la caridad en sus misas dominicales animan mucho entre tanta falta de todo. Disfruto ayudando en las labores de instalación eléctrica en el comedor social, en algunas ocasiones hago chapuzas a algunos conocidos que son muy bondadosos, estos me retribuyen el favor en ropa, comida o calzado, todavía existen corazones bondadosos. Me complace sentir que en el voluntariado volví a ser útil, pero no es suficiente para mi…. 

Esta noche al cerrar mis ojos, justo donde reclino en calma mis pensamientos, escribo la nota gris que explica mi sentir, reluce la tristeza de una mochila secreta, me siento y soy un mendigo en esta vida. Pido perdón a cuanta gente amable me ha ayudado, y pido perdón sobre todas las cosas porque con mi decisión les estaré defraudando.

 Por determinaciones inadecuadas en la vida estoy en este punto del camino, aunque es innegable que el sistema existente no ha ayudado mucho, la clase política parece estar conspirando para llevarnos al abismo a todos, probablemente de no  haber encontrado la caridad a través de esta organización religiosa, hubiese apresurado mi partida.  

Deseo que acabe mi tinta para el siguiente paso, es hora de marcharme, Dios si existiese sabrá perdonarme. Estoy convencido que pocos notaran mi ausencia. Un afectuoso recuerdo a mi amiga Natalia, alguien a quien guardo un cariño especial, es una lástima haberla conocido en estas condiciones, a pesar de todo en esta última etapa, ella hizo con sus consejos certeros que esta vida tuviera algo de sentido, espero tenga una especial oportunidad, ella se merece lo mejor, convencido estoy que lo logrará..

 Me despido, hasta siempre …. Hassan…

Quede perpleja ante la noticia, porque ni en mis peores pensamientos le hubiese creído capaz de hacer una cosa semejante, era mi referencia más próxima de valentía, ¡no puedo comprenderlo!… Mi mejor amigo se ha ido por la puerta de atrás

La pérdida de calidad y dignidad humana le había sobrepasado, al menos eso expresó en su nota de despedida, se tomo su tiempo para escribirla,supongo. Solía ser un hombre muy elocuente, le gustaba expresarse, hasta en eso dejo su sello personal, su carta era amplia y concisa a la vez, daba explicaciones aún cuando nadie se las pedía, opto por la vía de escape rápida… el suicidio.

Un suceso que conmovió mi corazón, el continuo roce en nuestros encuentros diarios en el comedor, resulto en un sentimiento fuerte de  aprecio y cariño, el entendía mi necesidad, los dos experimentábamos situaciones parecidas y eso nos unía, éramos solidarios uno con el otro, le quería como a un hermano y no pude ayudarle, pensé que estaba bien, ignoraba el calvario que en secreto ocultaba, de poco me sirvió ser su “confidente”. Siempre me daba ánimos para seguir, optaba por no ser fuente para mi desánimo en la lucha, él me veía capaz de lograr grandes cosas. Mi amigo ya no podrá …. No fui capaz de concluir la frase a quien leía la nota, mi voz se entrecorto y salí de prisa con pasos agigantados hacia el pabellón, quería buscar la salida, dar vueltas por Madrid, buscar un algo que no me recordase a él, estaba desconsolada.

Hice un alto en el camino, me senté por largas horas en el andén del metro Rio Rosas, fue una de las pocas veces que me embarcaba en ese transporte, solía caminar para ahorrarme el poco dinero con el que contaba. Sentí envidia por la gente que pasaba por allí, imaginaba que regresaban cansados por la faena de ese día. Animados por el deseo de ver a su familia, dirigían sus pasos apresurados hacia sus hogares. Empece a recordar en que vaivén de un loco destino vine a parar acá lejos de todo, lejos de los que amaba. 

Y es que desde que decidí aventurarme para emigrar de mi natal Nicaragua, el giro de las circunstancia eran superiores a mis expectativas. Con 22 años salí ese día rumbo al aeropuerto Augusto César Sandino, cargaba una maleta repleta de ilusiones y compromisos, exagerada al mencionar que adeudaba todo cuanto llevaba, de no ser así no lo hubiese podido hacer, se necesitaba mucho dinero para cruzar el charco como turista.

Había escuchado tantas historias de otras mujeres que se habían ido a trabajar a España, y como estas prosperaron, que pensé que todo iba a resultar de maravilla, en un año estaría de vuelta, sin deudas y con la posibilidad de retomar mi vida al cumplir con  la meta planeada. Como buen dicho popular de mi tierra, » no es lo mismo verla llegar que platicar con ella», y en todos los sentidos así fue. 

Mi madre me despidió entre sollozos, no volví la vista atrás pues su desconsuelo me hubiese detenido, la decisión estaba tomada y yo apresuradamente guíe mi andar hacia el embarque del vuelo. 

Los motivos que habían inspirado mi viaje eran banalmente económicos, mi familia pasaba una etapa muy dura, mi madre, una mujer soltera iba a perder su casa, patrimonio único y fruto de grandes esfuerzos como maestra de infantil en 30 años de servicio y con un salario mínimo digno de vergüenza, desgraciadamente era frecuente esto en el sistema educativo de ese país centroamericano. 

Orgullosa ella de una hija recién egresada en Licenciatura de Contaduría Pública y Finanzas, lo confirmaba en alto el cuadro que portaba aquella pared inmóvil… Natalia Diaz, se podía leer en letras sofisticadas. 

Fui una alumna destacada en la facultad y tenia grandes proyectos para ejercer la profesión, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo, el padre de un amigo me brindo la oportunidad de laborar como auxiliar contable en el bufete de abogados que dirigía. 

Todo cambió el día en que un inesperado  episodio tocó la puerta de aquella familia. Esa noche después de una jornada de trabajo me enterè por mi madre del secuestro de mi hermano, las bandas mexicanas de narcotraficantes le habían interceptado cuando este intentaba cruzar la frontera hacia Estados Unidos, justo cuando pretendía llegar al Rio Bravo cercano al desierto de Sonora y Chihuahua. 

La mafia que controla estos caminos lo mantuvieron rehén, exigiendo una cantidad de dinero para su liberación. No podíamos dar aviso a las autoridades, estábamos amenazadas, solo deseábamos pagar el dinero y tener buenas noticias, no existía ninguna otra solución que hipotecar la casa para pagar el rescate. La idea inicial era que mi hermano pagase la deuda cuando él llegase al país de los sueños, y así fue, pero por muy poco tiempo, las autoridades policiales de aquella nación, en un día de tránsito hacia su trabajo, como otros muchos inmigrantes le capturaron y deportaron, allí siguió el despropósito.

Se quebrantaron mis ilusiones, los planes de superación se esfumaron, y empecè sin tiempo a arrepentirme a buscar desesperadamente posibles salidas al problema, y no fue difícil encontrarla, no era la primera vez que en un territorio como el nuestro alguien pasaba apuros económicos, siempre podías reflejarte en muchas otras familias que hicieron lo mismo. 

Mi salario como el de la mayoría de nicaragüenses no daba para asumir una deuda de tal magnitud, el deber de bienestar de mi progenitora fue mas fuerte al de mis propios intereses, movida por la impaciencia y con el tiempo en contra aceleré mi viaje. Así nació la idea de trabajar en España, » la madre patria». Pensé que era lo correcto, aún pienso que fue lo correcto.

Gastando poco a poco el dinero de mi sostenimiento en tierras lejanas, inicie la búsqueda de un trabajo, mis intenciones eran claramente el servicio doméstico, al estar indocumentada no podía aspirar a más. Paso el tiempo.. y la pesadilla apareció, las amigas que me habían prometido ayuda lo hicieron al inicio, pero al transcurrir cuatro meses sin ingresos, no podrían hacerse cargo, esto es muy diferente a mi país, meditaba… la buena voluntad se acaba el día que hay que pagar el alquiler, el agua, y la comida. Acá se paga hasta el aire que se respira.

Por ello y consciente que no podía aprovecharme de la bondad de esas personas, tome andadura en la calle, dura calle, sin dinero para comer, y en  un crudo invierno en Madrid le plantee coraje a la realidad, esa ciudad se mostraba poco atractiva en aquellas épocas para alguien en esa situación.

Existía la posibilidad en mi mente de regresar. ¡Eso Jamás! indignada me dije a mi misma, si lo hacia fallaría a mi madre, a mi hermano y ante todo a mi misma. No podía dar la vuelta en ese trecho ya andado. Decidida comencé a visitar iglesias donde habían comedores sociales. Nunca fui extremadamente religiosa, pero debía de bajar mi cabeza y ser humilde, no quedaba de otra mas que tragarme mi orgullo, esos ideales no me darían de comer en esos duros momentos, pensé.

En todo este complejo contexto conocí a Hassan, fue tan amable ese día que yo esperaba en la fila para entrar al comedor social. Muchas personas acudíamos y las plazas estaban justo agotadas, mi número de entrada me asignaba el quedarme fuera, él estaba adelante mío, y aprovechó que tenia un trato especial con la supervisora de la entrada, para dejarme pasar.

Señalo con mano cómplice para que me apresurara y guiño el ojo en señal de èxito. Siempre estuve muy agradecida con él. Era muy curioso ver como congeniamos los dos, y aunque algunos pensaban mal de nuestra unida relación, puedo asegurar que el vínculo era exactamente de amistad, por alguna razón él, un hombre mayor, sentía cierta atracción paternal o al menos eso   creía yo, con sus atenciones, siempre tan respetuoso, nunca una palabra desubicada, un tipo excepcional. 

Al pasar el tiempo notaba en alguna medida su protección, desde lo poco que intentaba ofrecer, no permitía que nadie se quisiera pasar de listo, de no ser por él hubiese pasado apuros. Yo sin embargo no le veía como a un padre, no lo se exactamente, pero desconozco ese sentimiento, nunca tuve una figura de este tipo, y no anhelaba asociarle injustamente ese papel, siempre tuve la convicción de no necesitar ese personaje, me las ingenie  bastante bien con mi madre ejerciendo ambos roles . Era un cariño desinteresado y nada más.

Eramos asiduos asistentes a este sitio, y el calendario mostraba mi paso de 6 meses por aquel lugar y continuaba sin encontrar un trabajo, supongo que Hassan correría la misma suerte, he aquí el motivo de nuestros encuentros, le contaba desesperanzada lo impotente que me encontraba, mi aflicción por no acceder a los puestos en las entrevistas, era muy joven para algunas señoras, que no me creían capaz de solventar los asuntos de sus casas. Extranjera y joven no solía ser una buena combinación, al menos en mi caso.

Volví de mis pensamientos, era muy tarde, el metro estaba a punto de cerrar, luego me dirigí al albergue de la iglesia, donde Sor Elena preocupada me esperaba, conversamos ampliamente esa noche, me comunicó entre otras tantas cosas, que mañana tenia pactada una entrevista para mi. Fue una buena noticia entre tanto desaliento. 

Por fin  encontré trabajo de interna doméstica, cuido a 5 niños menores de una familia entrañable, una labor estable que me permite llevar una vida sin grandes lujos, pero suficiente para una calidad de vida digna, las deudas contraídas las he finalizado, he pasado todo este tiempo acumulando mi salario para lograrlo, la fecha que me entregaron el recibo de cancelación fui feliz, el esfuerzo mereció la pena. 

Recuerdo agradecidamente a quienes me ayudaron, ahora dedico mis ratos libres  a apoyar el voluntariado, es lo justo. Todos los viernes con el grupo de asistencia social, me encargo de dar charlas de vivencia personal a quienes asisten, quiero que conozcan la historia de Hassan, intentaré por medio de mi experiencia que nadie otra vez se vuelva a dar por vencido. Sor Elena me ha animado y he empezado un  curso a distancia de Psicología, requiere esfuerzo, merece la pena.

La vida es como un videojuego, superas una vida y vuelves a otra, ganar supone la meta, perder el riesgo. Todo lo vivido  me había enseñado a valorar detalles que carecían de importancia, desde luego la etapa de la madurez llegaba a cuenta gotas, me quedaba mucho en el camino todavía, aún no ha acabado.

Ser voluntaria en la iglesia me hace sentir satisfecha….. 

Va por ti … Hassan… 

Quien escribe sugiere alguna posible coincidencia con la realidad,,, ¡pero no tanto!

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