Aun recuerdo aquel día, no tan lejano, en el que entré por primera vez en el blog, acababa de llegar de un taller y alguien me había hablado tan bien de él, que me pudo la curiosidad, y entré a echarle un vistazo. Leí la entrada de ese día y dudé en hacer un comentario… ¿por qué no? me dije, y siguiendo las indicaciones me di de alta con un alias, ya podía participar!! Y mientras miraba aquel pequeño recuadro donde escribir, sentía como el corazón me latía con fuerza. No podía creerlo… estaba nerviosa.
Comencé a teclear tímidamente unas pocas líneas… “ Después de un fin de semana alucinante en un taller en el que he ido de sorpresa en sorpresa, por fin he llegado aquí, aun flotando y con agujetas hasta en sitios que no sabía que existían”
Mientras veía aparecer las palabras en mi pantalla, tenía la sensación de que el mundo entero me observaba, era como si me encontrara desnuda ante todo el que estuviera al otro lado de la red. Estuve tentada de borrar el trocito que había conseguido, pero continúe, puse el ratón sobre “enviar comentario” y… clic, allí estaba, añadido a continuación de los demás, una opinión entre otras que puede que a alguien le sirviera… o quizás no, pero que a mí, me hizo entrar en un mundo nuevo que resultó ser fascinante.
Desde entonces cada día le dedicaba un rato. Cambie mis hábitos para encontrarle un espacio, y la verdad sea dicha no me costó ningún trabajo, ya que en lugar de vegetar con el mando a distancia de la tele saltando de serie en serie, viendo vidas imaginarias, ese tiempo me ponía delante de la pantalla del portátil, con la impaciencia y la curiosidad de descubrir el nuevo tema del día.
Siempre encontraba algo que me hacía plantearme nuevos retos, curiosidades desconocidas hasta ese momento, experiencias de otros con las que reflexionar. Y si no era el texto, pues era el vídeo o la canción que lo acompañaba, siempre había algo que aportaba una sorpresa a mi jornada y conseguía que mantuviera viva la expectativa del… ¿que aparecerá mañana?
Poco a poco mi participación en el blog fue más, y más activa, me di cuenta que tras el anonimato todos podemos expresarnos, con esa especie de manto invisible que da un apodo. Cuando escribía, era consciente de que muchas personas entraban y solo leían, se veía en el contador de visitas que marcaba más de trescientas, más de quinientas…. más de setecientas visitas!!!
Pero entre tantos lectores, algunos, al igual que yo, día tras día dejaban sus comentarios, pasando a formar parte de la vida visible del blog… y es curioso que conforme trascurría el tiempo, empecé a asociar el nombre real con el apodo virtual, para aquellas personas a las que conocía, mientras para los desconocidos, casi sin dame cuenta, comencé a… ¿Como explicarlo?
Lees un apodo y te preguntas por la canción que habrá encontrado, o el vídeo que ha puesto, porque ya sabes, que de alguna forma, encuentra el perfecto para el tema del día. O te dices, aquí está!!! Cuando aparece el comentario breve, de quien sabe sintetizar en una frase un gran pensamiento, como si de un buen perfume se tratara.
Sé que los matices que les asocio no coincidirán con la realidad, sé que como en todo lo virtual, hay un componente añadido que es mi imaginación. Ella consigue que conforme leo, en cierto modo escuche al que está escribiendo mientras va dando rienda suelta a sus pensamientos, inconscientemente adquieren aspecto y hasta carácter para mí, lo que hace sus palabras mucho más cercanas.
A veces puedes sentir apoyo, cariño o gratitud en algunos comentarios, y porque no, salir a la vida real con un ánimo fortalecido o replantearte algunas cosas cuando las criticas u opiniones resultan ser adversas, que de todo hay. Quizás, lo que lees te haga ver puntos de vista diferentes en los que no habías caído, y que te merezca la pena tener en cuenta, que te hagan pensar o te inviten a recorrer nuevos caminos.
Aquel día, no tan lejano, yo no sabía lo que iba a suceder, pero aquella puerta que abrí en el momento que pulsé “enviar comentario”, me llevó a descubrir la sensación que produce dejar que el texto fluya a través de mí, para después compartirlo con todos lo que quisieran asomarse a ese rincón virtual, que ha conseguido que me sienta parte de una pequeña, o más bien una gran comunidad. Un rincón donde se aprende y se comparte, donde se puede sentir emociones y expresarlas, donde he descubierto que me encanta escribir, y que se ha convertido en una de las herramientas, que a pesar de los tiempos que corren, ha logrado que llegue a ser… mucho más feliz.
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