Francamente no sé por donde empezar. Es el primer papel blanco y limpio que veo en meses, los ecologistas tienen que estar contentos desde que se dejaron de talar los árboles.
Si es que queda algún ecologista.
Los Mayas solo se equivocaron cincuenta años, el fin dé la era llegó después de todo, y nada de invasiones extraterrestres ni castigos divinos. Aunque supongo que sí, que habían personas que creían ser dioses omnipotentes, sentados en sus sillones de nubes, decidiendo que ya habían jugado suficiente al monopoly y que tocaba recoger el juego, o tirarlo a la basura.
Poco importa ya quién pulsara el botón primero, Corea del norte aseguró hasta el último momento que ella no dio la orden de lanzar los misiles intercontinentales, misiles que aunque impactaron en las costas de Brasil provocaron relativamente pocas víctimas. Pero aquello se tomó como una amenaza mundial, y antes de que transcurriera una hora cazas americanos sobrevolaban cielo Norcoreano con armamento nuclear y a la espera de una orden.
Nuestros representantes mundiales se reunieron a puerta cerrada. La mitad de países se negaron en rotundo, pero muchos de ellos no porque creyeran que exterminar un país estuviera mal, sino porque hacerlo con cargas nucleares dejaba todo aquel terreno yermo e inservible a propósitos económicos.
Recuerdo que aquel día yo estaba dando clase de historia en el instituto en el que trabajaba. Benditos días. Aunque no por mis queridos alumnos, que casi nunca prestaban atención y solo se dedicaban a mandarse mensajes entre ellos. Aquellos adolescentes me fascinaban, la mitad no sabía situarte nueva zelanda en el mapa, y sin embargo podían hackear la red del instituto y preguntarle a alguien dos metros delante suyo:«cerbeza ba cn ‘B’ o Kn ‘V’ TIOO!?»
Creo que todo eso se lo debíamos al progreso. Gente que entendía y utilizaba la tecnología de manera instintiva, pero que carecía de curiosidad por su entorno. Y el avance de este ultimo siglo provocó en todo el mundo un consumismo excesivo de tecnología. Todo había que hacerlo con algún dispositivo electrónico, y si estaba en red mejor. Internet se adueñó de todo el sistema, más del 90% de la población mundial lo utilizaba a todas horas, de echo era lo único que hacían. No tenían ningún tipo de experiencia fuera de sus pantallas, no habían visto nunca un animal en el bosque, o no habían ido a una montaña. Claro que la mayoría de bosques fueron talados, y muchas montañas fueron echas cantera de la noche a la mañana gracias a un invento de la ultima década. Dejamos de contaminar hace treinta años, pero no dejamos de crecer y de consumir recursos de manera exponencial. Cada vez necesitábamos más, pero parecía que tuviéramos menos cosas dentro.
«Una generación perdida en un mundo perdido».
Una frase recurrente a lo largo de toda la historia, y seguramente a sido pensada por todos al menos una vez. No creía que aquella época fuera diferente a alguna otra. Siempre han habido guerras, hambre u otras cosas más rebuscadas como intereses sociopolotiticos. Gente lista y gente que no lo es tanto. Desde que el mundo es mundo las cosas siempre giraban igual.
Aquella mañana era igual a la anterior, y la anterior a la anterior a esa, y así más de veinte años en aquellas aulas, soportando a los mismos estereotipos de jóvenes una y otra vez. Pero aun así vivía feliz, sabiendo que la rutina era compensada con las noches junto a mi querida esposa, que, y no es porque lo diga yo, era sin duda la mujer mas hermosa del mundo. Nunca podré olvidar aquella sonrisa que iluminaba todo a su paso…
Cuando el profesor de matemáticas entró súbitamente corriendo y jadeando como si una jauría de lobos estuviera persiguiéndolo y me enseñó la tableta que llevaba en las manos, tardé unos segundos en comprender lo que estaba viendo.
Un avión parecido a un caza sobrevolaba una ciudad cuando de repente cayó una especie de misil, barriéndolo todo, incluido al caza. Las cámaras situadas en diferentes puntos mostraban un enorme cráter humeante cuya extensión se dejaba entrever en varias decenas de kilómetros. Anunciaron que se había lanzado sobre Corea del norte un misil nuclear procedente del norte. Según la información que dieron era posible que hubiera sido lanzado desde Rusia. Nunca supimos la verdad, pero quien fuera causó una catástrofe nunca antes vista. La explosión no fue lo peor, la radiación había llegado a Corea del sur y parte de china matando a cientos de miles de personas a su paso.
Y eso solo en una mañana.
Aquello marcó el fin del mundo tal y como lo conocíamos. Los gobiernos se volvieron locos, saltaron las alarmas en todas partes y el caos prendió como la pólvora en la población. Hubo gente que huyó todo lo lejos que pudo, otros en cambio nos refugiamos en búnkeres o sótanos. Dio igual. Cuando la guerra estalló no hubo sitio en el que esconderse. Toda la tecnología que habíamos creado la utilizaron para matarse unos a otros. Maquinas apocalípticas, enfermedades innombrables esparcidas por la atmosfera, nubes radioactivas cubriendo medio mundo…La otra cara del progreso era más horrible de lo que podíamos haber creído. Vimos de todo los que milagrosamente sobrevivimos a ello. Aunque desde el día en que el mundo llegó a su fin, yo no volví a ver a mi mujer.
El Sol está saliendo, menos mal. Cansa mucho escribir a la luz de una vela, admiro a la gente que lo hacia antes de la bombilla. Este papel se acaba, no sé cuando encontraré más, hace meses que no veo una ciudad en pié. Aunque igualmente ¿Para qué escribir esto?, ¿acaso lo leerá alguien? Cada día somos menos en este planeta agónico, dudo mucho que haya algún tipo de esperanza salvo una muerte rápida e indolora. Ya no queda lamento por las cosas que se hicieron, solo hay resignación ante un sol que sale cada mañana mostrándonos la visión de nuestro orgullo, de nuestra avaricia, de nuestro supuesto poder divino. Una marca echa a fuego que ya jamás se borrará, para recordarnos que por mucho que queramos, solo somos humanos.
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