"Esa libida muerte." Silvia L. Guardianelli. Florencia. Sta. Fe. Argentina

"Esa libida muerte." Silvia L. Guardianelli. Florencia. Sta. Fe. Argentina

L a mirada traspasa el horizonte, de una tarde agobiada de incertidumbre. El mensaje silencioso,  el amor que no responde. <?xml:namespace prefix = o ns = «urn:schemas-microsoft-com:office:office» />

Rígido el teclado, inmutable el monitor, hasta el corazón se detuvo, cuando un sinfín de mensajes, drenaron palabras y números, a las ocho en la esquina donde se encuentra un esbelto árbol, el amor contestó.

  Su cartera presurosa, liada a su tímido brazo, sus zapatos de tacón comenzaron a escribir una nueva  canción, paso tras paso, el silencio se rompió y las desarmadas baldosas un hilo de agua mojó el rojo zapato de charol. Su ventana se cerró y en la oscuridad solo la máquina que fabricó este amor, dejó débil su color y ensayó un adiós. La casa se cerró y la primera estrofa del poema “Una tarde de amor” elevó a María hasta su viejo portón, para tomar el micro, que en la esquina, rechinaba con dolor, se agolpaban los pies en una viborezca cola para alcanzar el escalón, llegó a tiempo y se sentó.

Bajo en la zona indicada,  se preparaba María para encontrarse con su contacto de internet, soñado un beso, una brazo. Ensayando gestos frente a los escaparates, riza cómplice con los maniquíes, presurosos pasos, mucho frenesí.

María de los pies descalzos, la que corre despeinadas calles, sueña amores, se dora al sol, canta casi sin voz y llora entre cuatro paredes.

 Soltera tal vez por desamor. Hoy la vida le presta una oportunidad, el viento se hace canción y la alegría que culpa a Dios, mirando la imagen que de la computadora bajo, impresa en papel de amarillento color, descompensa la temperatura su sueño de una vida mejor. María enamorada, olvidándose, que la tecnología, se disfraza hasta de Dios, silencia voces y murmura contradicción. 

Los nervios le dieron rubor, las bocinas, acrecentaron la descompensación, una ambulancia traqueteó y una vez más la mentira que no viene de Dios, si la ciencia compañera de la creación, pidió silenciosa, que se recupere y encuentre otro amor. La disputa acaeció,  se iba de este mundo enamora de un señor.

Silvia Lilian Guardianelli

Florencia Santa Fe Argentina

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