¿Que le has mirado el móvil a tu marido? Nos fuimos todas pensando que Adela estaba loca y que, por supuesto, se equivocaba…
Después de ducharme Alberto me pide que le deje sitio en en baño… Pone sus manos en mi pecho, me dice «hoy te he echado de menos, Adela»… y me invita a seguir con el resto de mi cuerpo. Después del éxtasis, buen sexo, como siempre, Alberto continúa con su ducha… Suenan un par de whasup.. los ignoro… otro… Dudas… y por fin el teléfono me dice «cógemeeeeeeee»…
Llevo tiempo pensando que mantiene una aventura. Cuando le pregunto si me engañaría siempre me dice lo mismo, «confía». No, si yo confío, pero dudo.
Otro whasup, tentación absoluta… Sigue sonando la ducha y presiento que será larga…
La contraseña, la contraseña… ah, sí… 1706. Número sin nombre, muy «de él», nunca correría el riesgo de que lo pillara…
«–¿Estás ahí? Amor, que te parece si pasamos el sábado por la noche juntos?»
«– ¿No me contestas? ¿Estás bien? La verdad es que me imagino que estás alucinando. Por fin me he decidido. Quiero decirte algo muy importante para mí… Espero que quieras escucharlo. ¿Te parece bien quedar en el hotel Silken? Tengo ganas de ti.»
«–Yo estaré allí. Veo que no contestas. Si no vas, lo entenderé…. Espero que me sorprendas… Tengo algo que contarte… Te quiero».
Tengo ganas de vomitar… Se apaga la ducha. Se me cae el teléfono. Tengo las manos empapadas…
¿Te pasa algo?, me dice… No, el polvo que me ha dejado exhausta, le digo…. Jajajaja, cómo me gustas flaca! y a dormir.
Es jueves. ¡Jueves!
Viernes… Me van a consumir los nervios. Algo me nota, porque no suelta el móvil y además no para de preguntarme qué me pasa. ¿Qué me pasa? Que estoy absolutamente jodida…
Sábado… Esperando que me ponga la disculpa. Y no tarda en llegar. Suena el Viber, y veo su imagen en el teléfono. Son las 7:
– Flaca… Me ves?
– Sí. Aquí estoy. Me ves tú?
– Si, cielo. Esta noche salgo con éstos. Ya sabes que cenamos en la bodega de Manuel, y como tiene su casa al lado, no me la quiero jugar con el coche.
– ¿Así que no te espero a dormir?
– No, cariño… Tranquila que te llamo en cuanto me despierte. Te quiero…
– Y yo. Chao.
Se apaga el Viber. ¿Por qué siempre pasa que en estos casos les ves guapísimos?
Me siento en el ordenador… Ubicación del Silken, y teléfono…
– Hola, buenas tardes. Recepción del hotel Silken, ¿en qué le puedo atender?
– Hola. Me gustaría confirmar una reserva para hoy, a nombre de Alberto Gómez, para avisar que llegaremos algo tarde.
– Un momento, por favor. (ting, ting, tralara, tralara, una música horrible suena mientras me muero). Sí, perdone la espera, aquí está, Alberto Gómez, habitación 0506, tal y como pidió el señor. Una noche con habitación y desayuno. ¿A qué hora dice que llegarán?… ¿Sí? ¿Oiga?
Para cuando el conserje de la recepción estaba preguntándose dónde estoy ya tengo abierta la puerta del garaje… Camino del hotel se me sale el corazón, me palpita con tal fuerza que creo que me voy a desmayar. Fumo, después de 8 años sin coger un pitillo. Otro cigarro, no puedo más. ¡Qué largos me parecen los semáforos, joder!
Hotel Silken, aquí está. ¡Qué horror! Si subo y les pillo, se acaba todo y creo que pasará a ocupar la peor de mis pesadillas, suplantando a mi tío Antonio muerto encima de la tumbona en la playa. Yo 8 años y en Marbella. . Si no subo y lo oculto, me convierto en algo que me repunga… Para cuando pienso esto ya estoy en el ascensor…
0501, 0502, 0503, 0504, 0505…. 0506… Aquí es…
Pongo la cabeza en la puerta, nada. No oigo nada. Un momento, música, oigo música.
Se me sale definitivamente el corazón por la boca. Mi mano está en el pomo de la puerta, decidiendo el futuro de mi vida. Cierro los ojos y abro la puerta.
Entro… Por los poros de la piel se me va la vida. Continúo entrando en la habitación. Una suite… ¡Esto va a peor!… Salonazo, con dos puertas al fondo. Ahí deben de estar. Sé fuerte, abre, le miras y te vas. Sé fuerte….
Mis manos están aguantando una a cada lado la doble puerta que abre las entrañas de mi alma.
Frente a mí, como nunca jamás lo había visto, estaba Alberto. Albornoz blanco, con una S dorada en la parte derecha, en una cama maravillosa que en esos momentos me parecía una nube, olía a azahar, y rodeado de una luz tenue… ¡Hay que ver lo que una mente humana es capaz de fijarse en una fracción pequeña del tiempo! Se oía la ducha. Veo una cocktelera en la mesilla de noche y él mantiene una copa de champán en la mano. Todo esto debió de suceder en 1 segundo, visto a cámara lenta… Seguidamente…
– Hola. Pensé que no vendrías.
– ¿Có, co co co cómo?
– Ven, siéntate… –tendiéndome su mano, me sienta en la cama. No sé qué está pasando. Voy a volverme loca.
– Cariño, hace tiempo que tengo ganas de hablar contigo. De contarte… Mira, yo…
– Espera, puedes darme una copa de champán… No sé qué dec……ir.
– No digas nada… Hablo yo… Te quiero, mírame, te quiero. Jamás te haría daño. Nunca… Sé que estás preocupada. Sabía que ibas a mirarme el teléfono.
– Yo, perdona –cerró mi boca con sus manos, me besó.
– Cariño, no hay nadie, nadie que deba preocuparte. No voy a negar que estoy rodeado de mujeres que, por qué engañarte, me llevaría a la cama. Me he planteado hasta que contigo, pero ya hablaremos de eso. La facilidad que tienes para atraparme puede con todo. Amo tu sonrisa, me devora tu olor, el sabor de tu sexo, me gustas cuando no me gustas.
– Yo, perdona, lo siento, es que, yo…
– Tenías que haberte fijado más… En los pequeños detalles.
– ¿Cómo?
– ¿Cuál es el número de esta habitación? No te dice nada…
– 0506… yo…sí… nuestro aniversario…
– Ahora quítate la ropa y bésame…
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