Para que no me olvides
Aquí, ante el horizonte más maravilloso jamás contemplado, mis manos tiznadas de pintura y mis locos pensamientos se empeñan en escribir estas líneas arrebujadas a modo de epitafio. Y es que de la rutina insípida de mi oficina, de la espiral de analgésicos y cafeína, de la tristeza del asfalto, ni tú podías salvarme. Llegue...