No hay que ser adivino para acertar que la imagen que acompaña el relato es muy vieja, prestándose para un interesante debate alrededor del año exacto en que se tomó la foto. Si bien, más de uno apostaría que es de muy de principios del siglo XX, en realidad data de una época más reciente; cerca de mitad de siglo, a finales de los 40s. Una época donde aún se respiraba el tufo humeante de la recién extinta segunda guerra mundial. No obstante, la imagen no sería tomada en Europa, ni mucho en Asia; epicentros de aquel terrible conflicto que mató a millones de personas. En realidad fue tomada en un pueblo colombiano, famoso por su particular distribución urbana parecida al de un pesebre, al tiempo que tan pequeño que todos sus habitantes se conocen entre sí, conviviendo casi como si fueran una sola familia. Un pueblo ubicado en el norte de uno de los departamentos más prósperos, prestigiosos y reconocidos de toda Colombia; el departamento del Valle del Cauca.
Pero Colombia como cualquier país Latinoamericano, estaría al margen de la segunda guerra mundial, lo cual sus habitantes solo tendrían noticias del conflicto gracias a medios de comunicación como la radio y los periódicos. Sin embargo, Colombia cuya población en la época era mayormente rural, sufriría a finales de los 40s una serie de sucesos que marcaría su historia. Iniciando con el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez; y cuya foto fue tomada bajo su gobierno; llegando al poder en 1946, tras 16 años de gobiernos liberales. Dos años después, el caudillo Jorge Eliecer Gaitán, político disidente del partido liberal y aspirante a la presidencia, encabezaría una famosa marcha en Bogotá conocida como la marcha del silencio; y luego días después, convocaría a otra marcha; esta vez en Manizales. Pero en el mismo año, más precisamente el 30 de marzo, se inaugura en Bogotá la IX Conferencia Panamericana, considerada como la famosa de las Conferencias Panamericanas, al crearse allí mediante una carta aprobada por los países de América la organización de estados americanos, OEA. No obstante, lo que nadie podía imaginar era que al tiempo que acontecía la conferencia, ocurriría el trágico magnicidio contra Jorge Eliecer Gaitán, suscitando como consecuencia, una serie de disturbios conocidos como el Bogotazo; el cual según dicen estuvo presente un tal Fidel Castro; provocando de inmediato la destrucción de la capital, para después expandirse a otras ciudades colombianas, desencadenando un conflicto interno entre los liberales y los conservadores, dando lugar a una terrible época conocida como la violencia; época que terminaría diez años después mediante un pacto entre los liberales y los conservadores que pondría fin al conflicto mediante un acuerdo denominado Frente Nacional.
Ahora continuando con la imagen, el adulto que vemos sentado con pinta de Chaplin es mi abuelo, que por desgracia, no tuve la suerte de conocerlo en persona; solo en un par de fotos más y por intermedio de anécdotas familiares. Por otro lado, el niño que vemos de pie es mi padre; y el que está apoyado en el regazo de mi abuelo es uno de mis tíos. Como expliqué antes, la foto se tomó en Versalles, pueblo donde nació mi difunto abuelo y la mayoría de mis tíos. No obstante, mis ancestros procederían de otra región de Colombia, y que llegarían a Versalles a finales del siglo XIX como parte de la colonización paisa. El paisa es una denominación para referirse a los habitantes nativos de las regiones de Antioquia y el eje cafetero. Esta última región limita al sur con el Valle del Cauca; por tal motivo, es muy común encontrarlos entre los pueblos del norte del Valle, incluyendo Versalles. De este modo, se podría decir que mis tíos son vallunos de nacimiento, pero paisas de sangre. A los nativos del Valle del Cauca se les conoce como vallunos. Como dije antes, mis antepasados llegarían al norte del Valle desde Antioquia a finales del siglo XIX como arrieros que buscarían nuevas tierras para explotar, y en cuya travesía tuvieron que cruzar junto a sus mulas cargadas de comida y mercancías, por terrenos muy montañosos y angostos caminos pedregosos formados por los pasos de viejos arrieros, hasta hallar en Versalles el lugar idóneo para estar. Allí nacería mi padre, la mayoría de mis tíos y mi abuelo; este último mostrado en la imagen con la misma quietud y pasividad del campo colombiano, pero reflejado en su rostro; a pesar de las dificultades y la pobreza. Una familia que en su tiempo disfrutaban recorrer los campos, al tiempo que vivían atemorizados por la incertidumbre de una época marcada por la violencia, cuyas principales víctimas como siempre serian los campesinos que empujados por la extrema inseguridad de sus campos, migrarían forzados hacia otros sitios, en especial a las grandes ciudades. Pero en el caso de mi familia, hallarían la tranquilidad en un pueblo cercano. Un pueblo de nombre Toro, ubicado también en el norte del Valle; donde mis tíos y en especial mi padre terminarían de crecer; conociendo años después a la que sería mi madre. Hasta que un día inspirados por la recomendación de un antiguo amigo de la familia; mis padres tomarían la decisión de irse a Medellín, capital del departamento de Antioquia; encontrando en esa ciudad la oportunidad de prosperar fuera de la dura labor del campo; tiempo después vendrían mis tíos; en una ciudad que se considera la capital y epicentro de la cultura paisa; volviendo mi familia a sus orígenes, al pisar la tierra sagrada de nuestros ancestros.
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