Imitación a la familia

Imitación a la familia

Un Detalle del interior, Mercado Central : Valencia. (s.a.) - AnónimoLa Valencia desaparecida: Cervecería Olympia en la calle de San Vicente Márt...Pastelería de Manuela Formenti, antigua pastelería de

Después de la separación , era muy joven ,la gente era dada a murmuraciones, no quería a mi familia avergonzada por la opinión pública , que me importaba tres bledos , pero no , con mi familia. Alquilé un apartamento , con una compañera , novia de un compañero de universidad de mi hermano, y casualmente trabajaba en el hospital.

Este barrio era periférico , había que andar para tomar café, los amigos se venían a casa a tomarlo, siempre había gente que se pasaban ,incluso a dormir para poder despertar sin llegar tarde al curro. Echaba de menos las tertulias del bar belén, en dónde me crié.

Las mañanas, del Belén, se convertían en un caudal de noticias , contadas por el grupo de amigos que acudían .

Esteban , hijo pequeño de un viudo ,terminó por montar un pub, cerca de su casa , haciéndose rico en poco tiempo.

Boro y Lorenzo , eran otros dos amigos asiduos al bar, Boro vende periódicos , revistas y chuches para niños , él es profesor de Bellas Artes, buen pintor , prepara oposiciones para dar clases en la Universidad, Lorenzo acaba de recibir una indemnización de renfe al aceptar un despido voluntario y así empezar con otra vida.

Se marchó a trabajar en Astilleros de Gran Canaria, cuenta, las condiciones infrahumanas reparando barcos , dentro del agua de medio metro, donde las botas no te libran de la humedad. Es cuando decide trasladarse a Valencia.

Boro y Lorenzo hacen política.

Juliana era secretaria, pasaba por el bar y tomaba un café cargado, con una copa de brandy , dejando estupefacto a todos los clientes , mi padre entre ellos.

A las seis de la mañana ,empezaba la vida en el barrio, la panadera encendiendo los hornos para el pan . Era costumbre llevar los arroces al horno, berenjenas, patatas todos los productos que al hornear costaban tiempo y combustible , el horno del barrio te asaba por unos cuantos céntimos.

El mercado , era una gozada , mi amigo Felipe , su madre, tenía un puesto doble que le permitía vivir holgadamente.

La lechería ,donde podías comprar hielo, no todos podían tener frigoríficos en casa.

Los niños ,se agolpan cuando llega el carro del hielo a las lecherías, nosotros teníamos dos espectáculos de esa índole , pues habían dos lecherías.

Más tarde, en el bar, uno de los temas eran el hielo y su magia y las mujeres acudiendo a su cita diaria en el horno, con sus comidas y sus manzanas asadas.

Cuando mudé aquí , recuerdo echar de menos todas estas historias del bar Belén, castizo ,con solera ,antiguo , donde tomar un café era exquisito, tan simple y placentero , situado muy cerca de un mercado municipal , parada obligatoria para todo transeúnte que iba a la compra.

La familia es una institución social. Pero su fin depende mucho de las personas, como muestra esta historia.

Cuando conocí a Magda no podía imaginar la sarta de mentiras que envolvían su vida.

A qué mala hora me dejé convencer por Luis, mi amigo escultor.

-necesito hablar contigo, es importante.

-Dime, Luis, soy toda oídos.

Quiero hablarte de Magda, la pareja de un amigo. Éste no se ha portado muy bien con ella, y yo me siento algo responsable.

Me explicó que Magda, muy jovencita, se había escapado de casa con el novio. Los Servicios sociales la buscaban, daban con ella y la devolvían a casa. Al poco tiempo vuelta a empezar.

Deciden marchar lejos, a la provincia del novio, para que no los encuentren. Quieren formar una nueva familia y dejar atrás una madre humillada y triste por un padre que colecciona una amante detrás de otra.

-¡Caramba! -le digo, vaya culebrón me estás contando. ¿Y yo qué puedo hacer?

-Darle cobijo hasta que Magda pueda encauzar su vida. Sin trabajo y sin casa tengo miedo de que haga algo feo, pues el supuesto novio se ha fugado con sus ahorros.

Vaya desastre, pensé, Magda ni siquiera tiene veinte años. Total, que acepté y Magda se instaló en mi casa. Ocupó la única habitación que estaba libre en mi pequeño apartamento y empezó la maldita convivencia.

Magda era callada, y lo poco que hablaba era para dar a entender que todo le iba mal por culpa del sistema, como si los demás fuéramos los culpables de sus desgracias.Pronto supe que su silencio era una estrategia para ocultar sus contradicciones.

La familia de Magda gozaba de una buena situación, por lo que no entendía que ella trabajara en los mercadillos ambulantes, mal pagada. Quizá buscaba presentarse como víctima y así despertar lástima.

Su padre la buscaba. Sabía que su novio la había abandonado llevándose su dinero y que una pareja la había acogido en su apartamento. Una mañana llamaron al timbre, y vi por la mirilla un señor de mediana edad que pretende hablar con Magda.

Me dice que es su hija y quiere que vuelva a casa.

Le digo que ese momento no está , pero que se lo diré cuando vuelva.

Cuando se lo cuento a Magda, ésta me dice que no quiere volver a su casa. Pronto descubrí el porqué. Magda se había liado con Ramón, mi pareja.Como yo ,hacía turnos en el hospital, Magda y Ramón pasaban mucho tiempo solos en el apartamento.

Nuestra historia acabó en separación. Magda y Ramón se fueron de viaje a Canarias, donde yo había pasado mi luna de miel con él.

Supe que las cosas tampoco fueron bien entre ellos y tomaron caminos diferentes.Magda volvió a su casa y su padre la puso dirigir el negocio familiar, relegando a su hermano.

Y así hasta hoy. Magda se quedó soltera. Vive con su madre y su padre con su última amante dos calles más abajo. El negocio ha crecido lo suficiente para que Magda y su extraña familia puedan vivir holgadamente.

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