Lo que esconden las flores

Mi infancia transcurrió en una finca cafetera en la que toda la familia trabajaba. Todos los días yo debía ir a llevar la leche a la patrona de la Finca quien vivía en el pueblo a 5 kilómetros de distancia.

Aunque nunca nos faltaron los alimentos, fuimos muy pobres. Recuerdo que siempre andaba descalzo. Usar zapatos no era una prioridad para la familia. Cuando calentaba el sol tenía cuidado de no pisar las piedras para no quemarme los pies.

El día de mi primera comunión se acercaba y estaba feliz porque recibiría un vestido nuevo y zapatos. Esa era la tradición familiar. Sin embargo, como la celebración fue junto con mi hermana, nos compraron los vestidos pero no alcanzó el dinero sino para un solo par de zapatos, los de mi hermana.

Sentí una gran tristeza y una gran vergüenza por no tener zapatos el día más importante de mi vida. Cuando nos iban a tomar la foto, yo no quería salir. Sin zapatos, no.

Mi madre, entonces, quitó las flores que tenía en mi mano y las puso sobre mis pies.

Cada vez que veo la foto recuerdo aquellos días de trabajo duro, de sacrificio, de amor materno y de inmensa felicidad.

Lo que esconden las flores son solo mis pies descalzos porque todo lo demás sigue visible para mí.