Mis abuelos… o los que me dijeron que lo son, que lo fueron, que vinieron de muy lejos, que tropezaron, cayeron y se levantaron. Nikola fue quien llegó a mi país Argentina desde la lejana Croacia, con su ímpetu de joven trabajador, picapedrero nato que lo llevó a realizar impecables obras con un detalle minucioso y un amor por su trabajo incondicional. Conoció a mi abuela, Florencia, autóctona y de raíces nativas, tejedora como pocas. Recta en sus pensamientos y estricta con los niños de la familia (el suscripto entre ellos) cuando se reunían los «grandes» a conversar en la casa grande paterna, debíamos estar quietos y sentados en pequeños banquitos de madera, conversar con el que estaba al lado sin levantar la voz, hasta que nos íbamos a nuestra casa. Otras épocas! Otras formas de vivir que decían mucho de ellos: su silencio, su sufrimiento, su valentía.
Pero… Luego de casi 48 años de existencia y buscando mis ancestros y antecedentes que me acerquen más a ellos, logré dar con la partida de nacimiento de mi padre, fallecido hace más de 17 años. Y en dicho documento rezaba como hijo natural de Juan y Elena, ambos yugoslavos, ambos fallecidos. Quienes se hicieron cargo? Nikola y Florencia. Me voló la cabeza! Habrá sabido mi padre? Sus hermanos? Nadie decía nada, familia muy callada, tal vez por sus tristezas de origen, tal vez por sus creencias de callar aquello que no era digno o no era normal. Nunca lo sabremos. Ya no están… Seguirá el cuadro familiar enclavado en la sala principal. Sus rostros son los que estan en mi recuerdo. El tiempo sigue deprisa su camino, y yo sigo buscando las huellas que dejaron mis abuelos, aquellos fallecidos, aquellos sin destino. Gracias al cielo por los que cuidaron de mi padre, lo criaron, lo formaron, lo condujeron a crear una nueva familia. Ya cumplieron su cometido. Ahora me falta descubrir las caras e historias de mis verdaderos abuelos. Los encontraré. Se los prometo…
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