Nací en Lima y pasé mi infancia y la adolescencia junto a mi Madre y mis dos hermanos mayores. Antes de yo nacer mis Padres ya se habían separado. Para aquella época yo era un niño algo engreído y me aferraba mucho a la sobreprotección de mis hermanos y al cariño de mi Madre. Posteriormente ella se mudó con mi hermano Mayor a los Estados Unidos y parte de mi Juventud la viví con mi Padre y su esposa. Mi hermano mayor, como todos los muchachos de la capital con algo de ambición, se fue, dijo que quería conocer este país de sueños y oportunidades, que sus metas iban más allá.

Pasé varios años sin darles noticias. De vez en cuando les escribía alguna carta, en aquella época no era mi fuerte escribir, me preguntaba más bien porque ellos que eran mi mundo y quien siempre cuidaron de mí, no querían volver más.

Nunca terminé los estudios, perdí el instituto y me junté con amigos vagos, huía siempre de casa, mi padre frustrado con mi rebeldía me envió a Tacna luego de estrellar su carro. Tacna era una ciudad pequeña y aunque luego de la guerra del pacifico llegó a formar parte de Chile por casi cincuenta años, su único poeta famoso había dicho que era heroica.

Comencé a trabajar como oficinista en una de las factorías de televisores de mi Padre en Pocollay, pese a los intentos de mi Tío Percy, hermano mayor de mi Padre, por enderezarme, hacía de mi vida lo que quería. Con el poco salario que ganaba, salía con mis nuevas amistades a pubs y discotecas y regresaba de madrugada, me escapaba a Arica casi todos los fines de semana, tenía una nueva enamorada cada mes y enderezarme era en lo que menos pensaba.

Súbitamente, mi padre me avisa que sus empresas entraron en una grave recesión y debía cerrarlas inmediatamente. Para esa época, la capital manifestaba un aroma de caos causada por los atentados terroristas que la azotaban continuamente, la falta de luz y agua eran constantes, y sumado a esto, una corrupción política que se escondía bajo un pueblo distraído y cegado por las primeras planas del terror.

Yo le respondí que no tenía ninguna intención de vivir en Lima nuevamente, que me iría a probar suerte en Chile donde ya había hecho algunos amigos y contactos de trabajo, le pedí que esperase un poco más antes de tomar alguna decisión. Ahora pienso ¿quién era yo en ese momento para tomar mis propias decisiones cuando era mi padre quien contaba con la experiencia para esas cosas?.

él me respondió que era demasiado joven para vivir solo en un país extranjero y que ya había hecho arreglos para enviarme a Venezuela y vivir con unos amigos de la familia. Y así fue como estudie en Chile por 3 años hasta la muerte de Gabriela. Triste y desilusionado, regresé a Lima dejando atrás las lindas tardes de domingo de Iquique al lado del rio Loa, y acepto la propuesta de mi padre de enviarme a Venezuela.

Después de un mes mi padre me presentó a las personas con quien iría a Caracas, eran la Madre y la hermana de un amigo de mi Hermano mayor y ellas me comentaron que todo el viaje sería de autobús. Viajamos durante tres días y confieso que fue una travesía inolvidable, cruzamos las provincias de Piura y Tumbes, luego por el Ecuador y Colombia para recorrer Venezuela desde el Táchira hasta Caracas. Estaba maravillado, nunca pensé se podría recorrer una belleza tan grande.

CENTRO

Desperté con la imagen de las Torres del Parque Central, serían las seis de la mañana y el autobús cruzaba por la autopista Francisco Fajardo en dirección al terminal Nuevo Circo. Caracas mostraba una complexión muy moderna y ya comenzaba a deslúmbrame.

Cuando llegamos al terminal Nuevo Circo abordamos un taxi que nos llevaría hasta el Cementerio, nombre del barrio donde estaba ubicada la casa de la Señora Viviana en donde me alojaría con su familia por algunos meses hasta poder adaptarme.

Luego lo vi entrar, no dijo nada, solo entró, pasó por mi frente como si no existiera, se ubicó en el medio de la sala delante de toda su familia con la cual hace unos minutos había sido presentado.

—¡Él no va a quedarse en esta casa! —dijo ofuscado Mario, el esposo de la señora Viviana.En ese momento confieso que sentí mucho miedo.

— Claro que sí, ya me comprometí con sus Padres, vivirá con nosotros por unos meses solamente—dijo la señora Viviana.

— Nada de eso, el no vivirá aquí, mi sobrino Carlita llegó ayer de Lima y no tenemos más espacio en esta casa. — respondió Mario

— No podemos hacer eso, él no conoce a nadie en esta ciudad—dijo la señora Viviana con voz temblorosa

— Ese no es mi problema Viviana, llévalo a la pensión de María de aquí al lado, ella debe tener algún cuarto. — respondió fríamente el esposo.

— Así podrás estar en contacto constante con él, la familia es primero y esto lo ayudará a valerse por sí mismo —Argumentó e inmediatamente se retiró de la sala hacia su cuarto

Inmutada la señora Viviana se mantenía en silencio mientras un hilo de desesperación corría por mis venas.

—. Lo siento mucho hijito—. dijo luego de casi veinte minutos.—Vamos donde María, ella debe tener algún cuarto para ti—

Salimos de la casa en dirección hacia la pensión de María. Dirigí mi mirada hacia una de las ventanas de la casa de la señora Viviana y pude ver a su esposo mostrando una sonrisa irónica y al verme, lentamente se volvió hacia adentro.

— Ahora debes ser fuerte —dijo la señora Viviana, —Debes tratar de madurar y mantenerte firme— continúo diciendo, pero esta vez mirando hacia cualquier lugar como en busca de respuestas. Yo no comprendía nada y preferí no decir nada y así la señora dejo de darme más consejos.

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