Si de verdad se necesita una imagen para relatar mi historia, es sin dudas, la foto de un buque repleto de personas huyendo de el hambre y la miseria de «La Europa»
Mi abuela paterna era de muy pocas palabras.
Cuando niña hasta llegue a pensar que por determinado lapso de tiempo era muda.
Suplia ese tema con una sonrisa llena de ternura y con su comida…la más rica del mundo, aun hoy con más de cincuenta años, me basta cerrar los ojos para recordar el aroma y sabor de su torta familiar, o de su guiso de mondongo.
Entender sus pocas palabras necesita de un relato, casi cinematográfico, solo que, en este caso, con el sinsabor de ser una cruel realidad.
Allá por el año 1914, mis nonos, deciden tomar un buque que los traería a «las Américas»
La guerra había hecho lo suyo, el trabajo en las viñas se había parado por completo y el poder alimentar a sus hijos se tornó muy difícil, así que se decidieron a zarpar, sin tener muy en claro a donde y que harian en esa nueva tierra.
Mi padre contaba lo difícil de ese viaje, el con apenas siete años, tenía grabado muchas de las aberraciones que vio y vivió en ese buque.
Viajaban hacinados, como animales, la comida era tan escasa que muchas veces se arman batallas para ver quien comía un pedazo de pan, generalmente duro.
En esas condiciones, mi abuela parió una niña, a pesar del entorno, rozagante y sana.
Después de un tiempo interminable, y casi al llegar al puerto de Buenos Aires, se les comunica que solo pueden hacer los trámites migratorios familias tipo, o sea padre, madre y dos niños.
Ante la desesperación de mis abuelos, una pareja sin hijos, se ofrece a entrar a la niña, a lo que, en medio de la incertidumbre, ellos lo aceptan.
Hasta ahí, solo seria un relato de los miles de antepasados Argentinos, solo que este no tuvo un desenlace feliz.
Producido el amarre y la inspección sanitaria, obligada en esa época en todos los buques que provenían de Europa, se debía formar interminables colas para realizar el ingreso al país, esto provocó que, en un momento dado, perdieran de vista a esa pareja samaritana que con tanta buena voluntad se ofreció a ingresar a Tiara, nombre dado por mis nonos a la niña.
Finalizado el papeleo, comenzó la pesadilla, Tiara no esta en ningun lado, y como pedir el paradero de una persona que no existe por ley?
Ingresaron ellos y sus dos hijos, Wilfredo y Ricardo, no hay niña.
Entonces comienza la búsqueda desesperada, conventillos, cuadras, depósitos de todo, pero nada.
Transcurrida una semana las esperanzas se fueron haciendo nulas, además, en pocas horas debían embarcar en un tren que los llevaría a una provincia por trabajo.
Ese fue el quiebre, la nona dejo de cantar esas lindas canciones de su Inglaterra y solo cantaba estrellita donde estas? canción de cuna, que debió ser un desgarro a su triste corazón.
Nunca dejaron de buscar, y mis abuelos murieron con ese dolor.
la vida les dio más hijos, incluso una mujer, pero siempre pendiente ese reencuentro con quien fue arrancada de sus brazos de una manera increíble.
«La realidad supera la ficción» claro que si, no puedo siquiera imaginar por lo que debieron atravesar, el desarraigo, el maltrato como seres humanos y además la quita de una hija,
Tarde en darme cuenta el porque de tu silencio abuela, y la vida no me dio la oportunidad de curar en parte tus heridas con abrazos y mimos, ya que te fuiste cuando yo era muy niña,pero aun hoy deseo que que en algún momento tengas ese abrazo con Tiara, que dos personas inescrupulosas te negaron.
Tengo presente el recuerdo de mi viejo, diciendo que a veces es mejor callar el dolor propio, por que los demás no lo entienden, no son culpables y no lo pueden aliviar.
Yo no pienso asi, un abrazo o un te quiero en el momento justo cambian la historia.
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