Hablar de la familia no es algo que particularmente me enorgullezca, lo estoy haciendo porque creo que es bueno espantar esos demonios soterrados que de vez en cuando me afligen.
La historia que me ha llegado de mis antepasados se remonta hasta aquellos abuelos de muchos tataras, que cuidaban con esmero el jardín de los amos. Uno de ellos, no sé si el padre o el hijo, se enojó por una razón que nadie conoce y les obligó a retirarse de aquel generoso vergel donde habían vivido siempre. Así que partieron en busca de nuevas tierras, no con mucha suerte, áridas y difíciles de cosechar, pero la necesidad tiene cara de hereje así que, como buenos hommo sapiens, se adaptaron al entorno.
Sus hijos les dieron nuevas tristezas a los ya ancianos. Uno de ellos mató a su hermano, al parecer por envidia, pero las malas lenguas dicen que fue por una mujer… vaya uno a saber.
El árbol genealógico que me ha llegado por una razón desconocida (aunque creo que el alzheimer de mi abuela, se estaba manifestando) deja varias ramas vacías, hasta que aparece un nuevo abuelo de incontables tataras también. Este hombre era bueno, cuidaba una granja de animales de muchas especies, aunque debo aclarar que discrepo con él en algunos detalles, es que no puedo entender como lo hacía para convivir con piojos y pulgas en su cuerpo porque era incapaz de matarlos. Cada loco con su tema digo yo, en fin, ¿en que estaba?… Ya recuerdo.
Y llegamos a otro de mis antepasados, un terrateniente dueño de muchas tierras y ganado que debían ser repartidas entre sus hijos.
Estos muchachos tampoco se destacaron por su honradez, uno de ellos estafó a su hermano por la herencia. No es para sentirse orgulloso de la sangre que corre por mis venas, pero la familia no se elige… eso dicen.
Otro de mis antepasados fue una especie de revolucionario que levantó a los trabajadores que en ese tiempo eran como esclavos, bueno, igual que ahora. Lo cierto es que los dueños de la monumental obra que se estaba construyendo consideraron que no podían permitir ese tipo de levantamiento, muchos otros podían exigir lo mismo, así que los despidieron sin indemnización y les pidieron no de muy buena forma que abandonaran la ciudad. Así que, como líder de esos jornaleros, mi tátara se fue en busca de mejores tierras, estaba seguro de que las encontraría para mejorar la calidad de vida de sus seguidores, pero como el poder corrompe, su idealismo de un mundo mejor para los suyos, fue en perjuicio de otros pobladores del sector donde habían decidido quedarse, así que aquellas ideas de igualdad quedaron relegadas en algún baúl que nunca más se abrió.
Dicen que murió sin encontrar la tierra precisa que buscaba, si es así, creo que se lo merecía.
A veces pienso que mi abuela exageraba estas historias, porque según ella, uno de sus ancestros fue un tipo de rey muy querido por el pueblo que gobernaba, aunque debo también aclararles que mi abuelo me dijo que solo fue un mercenario con muy buena puntería y un usurpador con aires de grandeza que no era muy querido por una parte del pueblo, creo que los del norte. Para ser justo debo decir que a mi querido viejo le encantaba llevarle la contra a mi abuela.
Del linaje que viene a continuación no hay mucho que decir, solo señalar que mis abuelos y mis padres son buenas personas que siempre han querido lo mejor para su familia, aunque a veces se entrometen demasiado, y esto lo digo porque insisten en que pronto siente cabeza y busque una mujer para casarme, porque según ellos, en alguna generación futura nacerá un muchacho que será especial y que hará sentir orgullosa a la familia. Bueno yo no tengo dudas de que me sentiré orgulloso de mis hijos sean como sean, y les dejaré como legado principal la búsqueda de la felicidad… y el relato de nuestros ancestros.
(Imagen de la red)
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