Los unwanted, sublevados al sistema político e ideológico de Heidi, empezaron una guerra mediática para acabar con este sistema.
De parte de Heidi, estaba Frank, que era un hombre solitario cuya vida giraba en torno a la tecnología. Contaba con un robot que era su mamá, que lo asistía en el aseo, que lo cuidaba y lo chocholeaba. La tez de su madre era suave, piel perfecta. Todo hecho con material biodegradable. Sus frases dulces, de buen trato, llena de abrazos y misericordia como jamás fue la madre real. Todo hecho con tecnología de punta.
Un segundo robot, en forma de mascota, de cuatro patas, que ladraba y se acercaba a él para lamerlo, con una lengua muy real, de fibras de piel casi idénticas a las de un perro. El cuerpo de este animal era peludo y de raza collie.
Un tercer robot, que era su padre, el cual permanecía la mayor parte del tiempo inmovil. Las únicas veces que se activaba, era cuando Frank debía salir y necesitaba protección. Tambien servía de chofer de su automovil, de cargador de su mercado u otras cosas que compraba y que requerían de alguien curpulento para que las llevara.
Este robot 3, su supuesto padre, era acribillado cada cierto tiempo por Frank. El primer año lo tiró de un edificio. El siguiente año le dio una paliza en la cabeza (memoria y procesador). El siguiente simuló que lo ahogaba en la tina, aunque igual esa lata sumergida en agua se dañaba. Pero era más importante vivir la escena de asesinato, de sentir que mataba a su padre.
Cada periodo de esta trágica escena protagonizada por Frank, ocurría un mes en particular, en junio, que coincidía con el tiempo que su madre tenía unos siete meses de embarazo de él; cuando su padre la indujo al aborto con una medicina. Milagrosamente el niño sobrevivió, pero ya de hombre guardaba el rencor y tenia que desahogarse «jugando» con su padre de lata. Cada año su robot-padre moría de alguna forma y Frank lo volvía a restaurar o a reemplazar inmediatamente. Era una relación de necesidad y odio.
Los datos de esta niñez no los tenía Frank, se los he contado como poseedor de esta información, ya que yo tenía acceso a ella. En fin, lo importante es que Frank creó su seudo-familia para que reemplazara aquella que nunca tuvo. Abandonado desde muy pequeño, vivió en un orfanato. Como todo niño en esos sitios, esperaba ser adoptado, pero jamás consiguió esos padres putativos. Mientras tanto, se refugió en el estudio y en un escudo de “niño bueno”, para agradar a todo el mundo y conseguir la aprobación.
Así llegó a la mayoría de edad y el orfanato ya no podía sostenerlo. Con una suprema inteligencia, supo ganarse la vida construyendo robots que vendía para actividades domésticas o cotidianas. Los materiales para estos robots los sacaba de los basureros, de la chatarra inservible. Frank estudió Ciencias de Datos y luego un postgrado en Inteligencia Artificial, y con este conocimiento se volvió imbatible. Así fue amansando su fortuna, que le dio el estatus que tiene ahora, y que llamó mucho la atención de Heidi. Tenían en común la tenacidad y el haber venido desde abajo. Ella lo contrató sin vacilar y se hicieron cómplices.
Entonces Heidi le entregó en sus manos los datos desde semanas de concepción hasta los 7 años de toda la población de este país. Así empezó su análisis. A pesar de que el propósito de entregarle estos datos era analizar a los unwanted, Frank aprovechó para conseguir los datos de su familia biológica, porque quería conocerla más a fondo.
Para ello, necesitaba también los códigos genéticos, otro almacén de datos al que él no tenía acceso. Así que decidió pedírselos a Heidi, argumentando que era importante para el análisis. Heidi no vaciló y le gestionó estos datos, pero borró la información de todo su árbol genealógico (el de él), con el fin de que Frank se concentrara en lo importante, el análisis de datos de los unwanted.
Frank con toda la información obtenida, empezó primero lo que más le interesaba, su búsqueda, sus inicios, su árbol genealógico. Como no encontró nada, sintió bastante rabia. Para desahogarse, otra vez pagó el pobre robot-padre, que fue de nuevo destrozado. Esta vez Frank tomó su auto último modelo, puso el robot sobre la pared del parqueadero y lo atropelló unas diez veces. Bueno, además del robot, también el carro se volvió una chatarra inservible que debió ser reemplazada.
Durante un arduo mes de trabajo, Frank analizó la información y las conclusiones no le agradaron a Heidi. Los unwanted tenían toda la razón en lo que habían planteado. Así, Heidi empezó una nueva estrategia ya anti-científica para mantener su ideología viva.
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