Ésta es la historia de un chaval de 16 años, Quique. Ésta es la historia de mi tío Enrique que nos dejo el pasado mes de Noviembre sin hacer ruido, sin dar problema alguno, se marcho donde él quería estar desde hace algún tiempo.
-¡¡Ay sobrina que sabréis vosotros de la vida!! Me decía entre cerveza y cerveza.
-Cuéntame le dije expectante.
¡¡Madre mía!!, prosiguió diciendo. Me acuerdo como si fuera ayer cuando llego a casa el teniente de la guardia civil y le dijo a mi padre que Quique debía de desaparecer del pueblo que D xxx el cura del pueblo me había tomado ojeriza.
Resulta que se había enamoriscado de mi novia Amparin y estaba moviendo sus contactos para llevarlo primero a un internado para ingresar más tarde en un correccional y terminar en la Legión cuando cumpliera la mayoría de edad
Cuando escuche eso sobrina, seguía relatando mi tío, le dije a mi madre que me diera todo el dinero que tuviera guardado, se ríe cuando me dice que apenas eran unas 700 pesetas pero suficientes dice para llegar a Francia.
Nervioso, busque a mi amigo del alma y decidimos que esa misma noche desparecería de Valencia. Con poca ropa, poca comida y una cuantas herramientas salí de mi casa para no volver. Mi amigo y yo salimos como si fuéramos al cine con las muchachas en nuestras respectivas bicicletas. A la mitad de la sesión le hice una señal nos teníamos que marchar. Llegue a la estación muy nervioso y compre un billete en tercera para Barcelona, me quedaba lo justo para comprar un billete a Francia así que tuve que racionar toda la comida que me había dado mi madre. Una vez llegue a Barcelona busque a el carabinero amigo del teniente de la Guardia Civil del pueblo. Él me procuraría la documentación suficiente para poder pasar a Francia pero la espera se hacía insufrible, tenía hambre, tenía sueño, tenía ganas de dejar atrás todo. Con mi billete en la mano para ser libre y 17 pesetas. El estomago seguía rugiendo, así que de perdidos al río dijo de nuevo salí de la estación y me compre un buen bocadillo.
Una vez pase la frontera pensé ahora qué la suerte quiso que en el vagón coincidiera con otro chaval un poco más mayor que yo y una vez en tierra extranjera hicimos piña.
Fue duro sobrina, me volvía a decir mi tío, pasamos dos días durmiendo en un banco del parque y sin comer, ninguno de los dos teníamos dinero, ni sabíamos dónde encontrar trabajo, no hablábamos francés y a mi todo me parecía sospechoso. Uno de los días se acerco una persona con acento catalán nos pregunto si éramos españoles, no sabía cómo actuar, tenía miedo de que pudieran enviarme de nuevo a España y sin más me fui con mis herramientas al hombro sin decir una palabra. Pero al día siguiente su furgoneta blanca apareció de nuevo y entendí, buscaba gente para trabajar en la carretera y comencé hablar con él.
-¿Tiene tajo para dos más? pregunte si más
-¿Sabéis de construcción?
-Claro que si, dije emocionado
-¿Sabréis poner bordillos entonces?.
-Sí, claro que si respondí de nuevo
-Entonces montaros en la furgoneta.
De nuevo ríe mi tío y me dice: Con las ganas que tenía de comer y coger una buena cama habría dicho lo que fuera. Eran pocos los conocimientos que teníamos, pero aprendimos en unas pocas horas. Fue tal el entusiasmo, que a los pocos días hable con el catalán y le dije que queríamos trabajar a destajo.
A los pocos meses el trabajo empezaba a escasear, así que una vez concluida la jornada, me iba a buscar trabajo por los alrededores. Una tarde, después de una jornada dura de trabajo decidimos salir a pasear por las afueras con la suerte de toparnos con dos hermanos que chapurreaban español y dueños de unos viñedos en la zona. Empezamos a hablar hasta derivar en el momento en el que nos encontrábamos mi compañero y yo. Sin más nos ofrecieron quedarnos con ellos, además del jornal nos daban el almuerzo y vivienda. Les dijimos que cuando podríamos empezar.
De allí surgieron más viñedos y más trabajos, sin él saberlo, había encontrado un profesión donde sin duda se convirtió en uno de los mejores. Sabía que su futuro estaba entre esos viñedos extranjeros a los que termino queriendo como si fueran suyos.
Tras muchos años volvió a España y volvió a su pueblo, la persona que cambio su futuro por arte de magia desapareció, pero ya no eran ni su España, ni su pueblo, sin quererlo se había convertido un extranjero más.
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