–Cuando los muertos lloran, es señal de que empiezan a recuperarse —dijo el cuervo con solemnidad.

— Lamento contradecir a mi famoso amigo y colega—dijo el búho—,pero yo creo que cuando los muertos lloran es porque no quieren morir.

(Las aventuras de Pinocho)

Los tengo pegados a los huesos como mi segunda piel.

Hilvano y deshilvano mis tiempos idos mirando el azul lejano del cielo, para conjurar el espíritu de los recuerdos que flotan en la distancia arrastrándome a la deriva.¡Me crujen las entrañas!

A veces, quisiera que se fueran volando y se perdieran en la nada para acabar con mis vigilias. Otras, deseo retroceder y estancarme solo en la juventud, donde viví mis mejores momentos, porque la niñez fue un temido escenario.¡Nunca más hallé cordura y extraviada ando bajo el tedio salitroso del remordimiento!

El corazón se me rompe y acelera; la garganta se aprisiona con un nudo de tristeza cuando llega cada 23 de abril,y recuerdo que partió virgen en un féretro vestido de noches profundas y densas…¡La noche vacila y parpadea!

Sucedió en 1983, bajo un sol sofocante y pegajoso de un atardecer amarillo rabioso; quedó sepultada en una bóveda blanca cubierta de verdín, en medio de un jardín de grama reseca, mustia y preñada de silencio de muerte.¡Esta imagen me recorre las vísceras!

Los sollozos arden en las caras pintadas de dolor, y los habitantes de polvo de osamenta le extienden sus brazos, y se la llevan a un lugar donde deambulan las vírgenes castradas por las costumbres.El chirriar de los goznes de la puerta del cementerio me atraviesan la médula y echan en cara mi maldad…

¿Quién se conduele de mi dolor por su partida? Doy media vuelta ante el epitafio azul y le dejo un adiós lastimero perseguida por la danza cacofónica de unos huesos todavía frescos…

La luna lloró sobre su cabello corto y lo tiñó de gris plata; lo único que conservó de ella hasta la hora de la liturgia en el cementerio del pueblo. Lo arreglaba con los dedos de la mano,demarcando un camino zigzagueante que dejaba al descubierto un cráneo tan rosado como los zapotes del Chimborazo, bucólico lugar que frecuentaba la familia para abrazar el olor del agua, escuchar las voces del viento, el canto líquido de los pájaros y el lamento de las lavanderas.

Ella fue la mayor y la única niña entre cinco varones. Por pura ventolera para jugar con ella y llenar los vacíos, fue vestida como una muñeca de trapo con una bata enteriza hasta el tobillo , con la clara intención de proteger la costumbre del pudor de sus antepasadas, y de amputarle el fluido deseo que se perdía en sus muslos desnudos. Pese a las ataduras, a la niña, no se le quitaban las ganas y la quemaban como esperma derretida ; hombres vestidos de mendigo y con garras de lobo, la perseguían en sus sueños paliativos.Todas las oquedades del deseo le fueron selladas con queratina caliente para impedir que ímpetus lascivos, la atacaran cuando llegara la hora del despertar de las feromonas.Se salvó el “botón del placer” porque la ignorancia de quien la parió,era tal, como una mujer de la época medieval que nunca se percató de la existencia de este punto.

La muñeca lo descubrió en una noche de toque profundo: trascendía sombras y se elevaba. Se volvió adicta explorando con frecuencia y humedeciendo sus dedos con el agua del vaso debajo de la cama . Noches densas flotando en la música de los almohadones de pluma para refrescar los deseos.…

En sus ojos, incrustó redondos botones rojizos de cuatro huecos, dejándola ciega como las salamandras que no ven el fuego, y como los peces que no distinguen el agua. La boca suturó con cuatro nudos franceses quirúrgicos para que se tragara las palabras. Aprender a vivir en el mundo de muñeca creado para ella, fue el mejor antídoto para no perder la razón, la conciencia y la imaginación.

Si pudieras ver lo que ha quedado de la casa donde creciste, te daría un patatús: solo un lote vacío donde flotan fantasmas, el espíritu de nuestros muertos, cucarachas alonas de esas que tanto miedo le tiene mi hermana Alcira, ratones Pérez con muchos dientes de leche a cuestas,salamandras blancas y pecosas como la familia, y todos los burros del pueblo que van a rebuznar a las cuatro en punto de la tarde. ¡Todo se acaba y todo se va!

…»Creía que iba a desvanecer y quedar suspendida en las amarillentas tardes de playas desiertas»…

…»Mis días, unos tras otros, se agrupaban tristes en las orillas, abrumados por la ausencia de palabras de una muñeca de trapo…»

…»Avanzo como pelícano errante en cielos sin esperanzas:playas atestadas de algas putrefactas ;acre olor del agua estancada; vientos rebeldes peinando árboles hirsutos…»

…» Un día, llegué a un tranquilo muelle: encontré lo que necesitaba y anclé las nostalgias para descansar…»

La ausencia de Tata sigue enterrada en mi memoria y el epitafio azul que un día escribí para ella:« Aquí yace una mujer invadida de silencios y sin nada que decir será la misma inscripción que encajarán en mi lápida con vaho de violetas…

FIN

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