¡Hola, vine a verte!, si, ya se que no venía hace tiempo, es cierto, pero hoy me trajo la nostalgia, una fecha y las enormes ganas de increparte que nunca he logrado superar.
¿Sabías que un día desperté y me di cuenta que no tenía recuerdos tuyos?, ¿que no te conocía?, ¿que no sabía quien eras?, ¡que importante era saberlo!, comencé entonces a inventarte con trozos dispersos de tu vida, recuerdos que pululaban en las mentes ya añejas de tanta vida de aquellos que convivieron más tiempo contigo.
Gracias a sus recuerdos fui conociendo cosas tuyas, conociendo tu forma de ser, sabiendo de tus gustos, aficiones, de las flores y aromas que te gustaban, de tu cocina y sus sabores …pero nadie pudo reproducirme el sonido de tu voz, enseñarme el tacto de tus caricias, hacerme oír la calidez de tu sonrisa, ¡no!, eso no lo pueden graficar las palabras y la imagen que he llegado a formarme carece de médula, de sustancia, de esencia …de afectos, ¡son… son como una fotografía gastada por el tiempo, se ve tu cuerpo pero carece de alma!
¡No, no voy a juzgarte!, nunca lo he hecho, como nunca he logrado quitarme la rabia que guardo por tu abandono, ¡tenía solo cuatro años! ¿recuerdas? No creo que te haya costado dejarnos, ¡solo fue cosa de cerrar los ojos y ya! Seis hijos, abandonaste más dos heredados de una hermana.
Partiste un 26 de enero hace ya muchos años, y con tu partida nos privaste de una vida que pudo haber sido mejor con tu protección y tus mimos, me quitaste incluso los recuerdos que debí haber tenido, nos quitaste la esencia de la familia, ¡nos quitaste a la mamá!, ¿cómo pudiste hacernos eso?, ¿teníamos acaso culpa de tus culpas?
El único recuerdo cierto que tengo es de alguna vez mamando, dicen que lo he inventado, que no puedo recordar algo tan lejano, ¡pero lo recuerdo!, mi padre intentaba quitarme tu teta, debió ser un impacto muy fuerte como para que quedara plasmado en mi memoria para siempre, ¿no lo sabias?, bueno, no tenias por que saberlo, nunca te lo había contado, pero ese recuerdo tan, tan lejano no tiene rostro, solo tu gran pechuga proveyéndome del alimento, ¿cuantos meses tendría?, ¡otra incógnita sin respuesta!
Mi hermana mayor que tenía entonces trece años, cuenta que por esos días llorabas mucho, sobre todo en la última navidad, ¿será que tal vez ya tenias todo decidido y la conciencia, culpable, te hacia llorar, mas no reflexionar?
Supe por ellos que te gustaba mucho bailar, que lo hacías con mucha gracia y soltura a pesar de que eras algo gordita, que tenias un casero al que comprabas cosas para la casa, que las pagabas de a poco recortando el presupuesto diario con fin de hacernos la vida más grata, que por allá por el año 45 encargaste una radio y que con ella acompañabas tus pocas horas de paz que te brindaba la ausencia de los niños cuando iban a la escuela por la mañana, que juntos escuchábamos radio teatro y espeluznantes historia de fantasmas y aparecidos, ¡entonces tus brazos se hacían poco para protegernos, para cobijarnos!
¡Recuerdo alguna tarde de intensa lluvia sobre el tejado de zinc, tú, arremangada haciendo sopaipillas que luego devorábamos con gran placer!, ¡pero ni siquiera entonces logro vislumbrar tu rostro!, ¿sera que las imágenes se velan en la mente si no se usan a diario?
Sus recuerdo me llevan a verte cosiendo vestidos para las niñas en una máquina, una de esas muy antiguas que tenían una manivela al costado, que había que darle vueltas y vueltas para avanzar en la labor, que era mi hermano mayor quien se encargaba de ayudarte, que era a la vez un juego y una oportunidad de estar solos conversando en horas de la tarde. Luego tuviste una a pedal, la revolución tecnológica del momento que vino a hacer más liviana la tarea.
Mi hermano era tu regalón, comprensible, era el único varón de la parvada, ¡yo era solo un bebé!, él fue sin duda quien más sufrió con tu partida llegando al punto de casi enloquecer, sus actitudes, su rebeldía, su agresividad que llegue a odiar por ese tiempo las pude comprender con los años y fueron solo consecuencia de tu abandono, ¡no podía soportar que no estuvieras!, extrañaba los juegos y la complicidad que mantenían. Era tanto su amor, te amaba tanto que habitualmente les hacía ver a mis hermanas que tu eras «mi mama, y se las presto de pura buena gente que soy», ¿ni siquiera eso te detuvo, ni siquiera eso aplacó tu deseos de abandonarlo todo?, ¡entonces!, ¿cómo puedes pedir que no te recrimine si contigo y tras de ti se fueron muchas vidas?, incluida la de la hermanita que fuiste a buscar esa tarde al hospital, que nunca llegó y que partió contigo en el mismo ataúd donde te metieron ese lejano 26 de enero de 1957.
Un día, hace muchos años, apareció una hija tuya, ¡insólito, increíble! Cuenta que te buscó por cielo mar y tierra, quería conocerte, saber de tu boca los motivos, pero te encontró ya muerta.
Supimos muchas cosas tuyas, supimos que tu nombre no era el que siempre conocimos, ¡que llevaste el nombre de tu hermana muerta por muchos años!, ¡que llegaste una noche de invierno huyendo de tu marido maltratador!, ¡que no te permitió ver nunca más a tus hijos!, ¡que la justicia se burló de ti y que casi te encarcelan por abandono de hogar!, ¡que buscaste refugio en su casa, que mi padre se aprovechó de ti, que te embarazó, que hubo amenazas de echarte a la calle!
…¿De tu hermana?… nadie sabe nada, ella …ella desapareció de la historia para siempre. Solo constan los registros del nacimiento de tus hijos bajo su nombre, por lo que dejaste de existir civilmente muchos años antes del veintiséis de enero y que tu muerte presunta fue declarada por mi padre veintiocho años mas tarde.
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